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Por Lara Crofs
La Habana.- Qué curioso: cuando se trata de un preso político que arriesga su vida —otra vez— por todos nosotros, la flota completa de “activistas humanitarios” entra en modo avión. De pronto nadie ve, nadie oye, nadie habla. Claro, no vaya a ser que se les complique la agenda o que su neutralidad cuidadosamente maquillada se arrugue.
¿O es que la vida de este hombre vale menos que la de una madre vulnerable, un abuelo desamparado o un niño enfermo, un perrito, incluso que una TV PANDA. Lo que vale menos, al parecer, es el coraje de quienes se llenan la boca diciendo que “ayudan”, siempre que el caso venga acompañado de una foto tierna, una de donación y un buen caudal de likes.
Aquí no hay cámaras, ni aplausos, ni oportunidades para posar mostrando el dolor ajeno. Aquí hace falta valentía real, de esa que no se compra ni se edita. Y ahí es donde se nota quién es luchador de verdad… y quién solo es un personaje digital que desaparece en cuanto no hay beneficios que cosechar.
Porque mientras los auténticos defienden vidas sin pedir nada a cambio, los oportunistas siguen revisando si ya subió la interacción en las visualizaciones, antes de atreverse a emitir una opinión justo en post de la LIBERTAD DE UN PRESO POLÍTICO.