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Por Yin Pedraza Ginori ()
Madrid.- Estamos en un día de noviembre de 2140, dentro de 115 años, en Ciudad Fidel (*), la capital de Cuba que antes se denominaba La Habana. Un abuelo y su nieto recorren las salas del Gran Museo de la Patria.
— Abu, ¿qué es esa cosa que está al lado de la espada de Ignacio Agramonte?
— Eso es una guataca. Un instrumento agrícola que nuestros antepasados utilizaban para remover la tierra y librarla de hierbas.
— ¿Y por qué está ahí?
— Porque es una herramienta histórica. Esa es la guataca que usó nuestro Primer Patriota Emérito Díaz-Canel el 28 de octubre de 2025 en un trabajo voluntario.
— Abuelo, cuéntame más sobre él.
— Pues te diré que Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez fue un eminente héroe cubano que, en la ya lejana década de 1920, ocupando los más importantes cargos de dirección del Estado y el Partido, echó mano de su brillante concepto de Resistencia Creativa y aplicó con sabiduría, rigor y efectividad los Lineamientos de la Política Económica y Social de la Revolución, la Conceptualización del Modelo Socialista, las claves del Plan de Desarrollo hasta 2050, las medidas del Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía, la Constitución, el Código Civil y el de la Familia y otros instrumentos teóricos que le sirvieron para conducir en pocos años a la nación cubana al alto grado de prosperidad que es su seña de identidad en el actual siglo XXII.
Cuando Díaz-Canel fue elegido a dedo para llevar las riendas del país, heredó la peor de todas las situaciones posibles: una sociedad hambrienta y miserable, sometida a escaseces de todo tipo, con todos sus servicios colapsados, con una agricultura y un tejido industrial destruidos e incapaces de producir, con un sistema monetario caótico y con un aparato estatal corroído por la burocracia, la ineficacia, la desidia y la corrupción.
Díaz-Canel, al tiempo que lideraba el exitoso proceso de reconstrucción nacional que ha situado a Cuba como ejemplo del mundo, utilizó su carisma personal, su don de gentes y su gran facilidad de empatía y comunicación para levantar el ánimo caído de una población maltrecha, dominada por la tristeza, la amargura y la depresión, infundiéndole al cubano de a pie la esperanza de que un futuro luminoso era posible. Y tal como lo prometió, lo cumplió.
2037: Gracias a la energía fotovoltaica que él impulsó, ya han sido eliminados completa y definitivamente los molestos apagones.
2038: En lo que se considera un milagro similar a los de Jesucristo, Díaz-Canel logra que funcione a la perfección el transporte de pasajeros y carga. Por primera vez desde 1959, las guaguas llegan a las paradas a su hora y con una frecuencia óptima.
2039: El Ministerio de Salud Pública, totalmente recuperado, pone a disposición de los ciudadanos una moderna red de hospitales y ambulancias con asistencia sanitaria rápida y eficiente. En las farmacias, los enfermos pueden adquirir todos los medicamentos que necesitan.
2040: La producción nacional de alimentos ya garantiza desayuno, meriendas y dos comidas diarias en la mesa de cada cubano.
2045, cuando el presidente Díaz-Canel, a sus 85 años, aún seguía al frente del gobierno: Cuba es reconocida por las Naciones Unidas como el territorio más desarrollado y con el nivel de vida más alto del Hemisferio Occidental. En dicho año, Cuba es elegida para integrar el G-25, el grupo de países más ricos del planeta.
2050: A lo largo de los últimos doce años, dos millones de cubanos que vivían en el extranjero han regresado con sus familias a su patria constituyendo el más importante fenómeno migratorio reversible del siglo XX.
2065: A los 105 años de edad, Díaz-Canel fallece en el humilde apartamento de Alamar donde siempre ha vivido con su esposa (2). Un plebiscito popular aprueba que se le reconozca oficialmente como Primer Patriota Emérito de Cuba y que sus cenizas se depositen en el monumento erigido a su memoria, donde es reverenciado por el pueblo que tanto le debe.
— ¿Y en cuanto a los derechos humanos?
— En eso también destacó, cambiando de palo pa rumba. En sus primeros años como gobernante fue un dictador sinvergüenza e hijoeputa que prohibía las libertades, sobre todo la de expresión, reprimía y encarcelaba, lamebotas de Raúl Castro, mentiroso y muelero a más no poder, un sapingo que se ganó con creces el apodo de Sin Gao. Con el tiempo, fue dándose cuenta de que ese no era el camino correcto y rectificó. Reconoció públicamente que el castrismo, el socialismo y el comunismo son tres mierdas pinchadas en un palo y abrazó la ideología liberal capitalista. Estableció un nuevo Código Penal que permitía la disidencia, vació las cárceles de presos políticos, creó una sociedad multipartidista y abierta a todas las ideologías, redujo a una cantidad minima los efectivos de la policía, la seguridad y las fuerzas armadas, en fin…
— ¿Por eso es que ahora le llaman Con Gao?
— Por eso mismo, mi nieto, por eso mismo.
Notas del Autor:
(1) En 2056, en el marco de la celebración de los 150 años del natalicio del Cagandante Destimbalador en Jefe, la Asamblea Nacional del Poder Popular decidió cagarse una vez más en los últimos deseos de Fidel Castro y, en un ejercicio máximo de culto a la personalidad y degradación colectiva, le cambió el nombre a la capital.
(2) De la elegante intelectual Lis “Machi” Cuesta, la Primera Dama que acompañó a su esposo en sus recorridos siempre que fueran internacionales, no puedo ofrecer detalles. Cuando intenté averiguar qué fue de ella a partir de 2025, mi bola de cristal estalló en mil pedazos.