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Ninguna moda vale más que una vida

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Por Datos Históricos

La Habana.- En Francia, lejos de los escaparates que exhiben abrigos brillantes y carísimos, existe una realidad que la mayoría prefiere no mirar. Allí, en granjas ocultas entre campos y carreteras silenciosas, los visones viven una vida que no se parece en nada a la de un ser vivo: se parecen más a un producto almacenado en una estantería.

Criados exclusivamente por su piel, estos animales —capaces de sentir miedo, frío, dolor y ansiedad— pasan toda su existencia en jaulas metálicas del tamaño de una bandeja. No pueden correr. No pueden nadar. No pueden excavar. Todo aquello para lo que fueron creados les es arrebatado desde el primer día.

Las jaulas oxidadas se alinean en filas interminables. El metal rasga sus patas. El olor es insoportable. Muchos visones desarrollan comportamientos de desesperación: se muerden, giran en círculos sin parar, se golpean contra los barrotes intentando escapar de un destino que ya está escrito.

Comportamientos que son el reflejo más puro del sufrimiento psicológico

En una investigación realizada por la asociación francesa L214, las cámaras ocultas mostraron lo que la industria intenta ocultar: instalaciones sucias, deterioradas, empapadas en excrementos; restos de comida podrida; animales enfermos, heridos, estresados.

Lo que debería ser un refugio para un ser vivo se convierte en una celda donde la vida es apenas una extensión del dolor.

Y cuando llega el momento final, tampoco hay redención.

Los visones son asesinados por su piel, habitualmente mediante gas. Un procedimiento que se publicita como “humanitario”… pero que provoca agonía, convulsiones y una muerte lenta. Todo por un abrigo. Todo por un accesorio. Todo por una moda que —en pleno siglo XXI— ya no tiene justificación posible.

Cada año, millones de animales pasan por este ciclo de sufrimiento para alimentar un mercado de lujo que no necesita de ellos para existir. La industria de la peletería sigue tratando seres sintientes como si fueran objetos, ignorando que sienten miedo, dolor… y esperanza.

Reconocer su agonía es el primer paso. Terminar este comercio es el único final decente.

Porque ninguna moda vale más que una vida.

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