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Por Jadir Hernández Page ()
¡El que juega con fuego termina quemado y estafado! El régimen cubano ha decidido robarle la cartera a sus propios socios. Las autoridades cubanas notificaron a las empresas extranjeras que ya no podrán extraer ni transferir las divisas que tienen depositadas en los bancos de la isla, imponiendo un brutal «corralito financiero» que congela sus fondos y deja sus ganancias atrapadas en la isla cárcel.
Esta medida es un robo descarado disfrazado de regulación bancaria. El gobierno ofrece ahora unas supuestas cuentas «reales» que solo aceptan dinero nuevo del exterior, pero los fondos viejos permanecerán secuestrados. Básicamente, la dictadura se ha gastado el dinero ajeno para cubrir sus caprichos y ahora le dice a los inversionistas que sus millones en el banco son solo números que no pueden retirar.
Los más afectados por esta estafa masiva son los hoteleros españoles que llevan años oxigenando a la dictadura. Cadenas como Meliá, con 35 hoteles, e Iberostar, con casi veinte establecimientos, ven peligrar sus operaciones. Estos empresarios, que ignoraron la represión contra el pueblo para llenarse los bolsillos con el turismo, ahora prueban una cucharada de la inseguridad jurídica y el desastre económico que el castrismo garantiza siempre.
¿Por qué hacen esto ahora? Porque el país está en bancarrota total. Bajo el cínico nombre de «Programa para corregir distorsiones», el régimen intenta desesperadamente captar divisas ante la caída del turismo. Expertos aseguran que el Banco Central de Cuba (BCC) no tiene liquidez y que la cúpula simplemente confiscó los depósitos privados para pagar sus facturas urgentes y así seguir sobreviviendo aferrados al poder absoluto.
La lección es clara: hacer negocios con criminales nunca termina bien. Estas empresas creyeron que podían lucrar ignorando la moral y aliándose con tiranos, pero olvidaron que el comunismo no respeta propiedad privada ni acuerdos. Ahora que han sido estafados por sus propios socios, queda demostrado que en Cuba no hay ley, solo la voluntad de una mafia que devora todo, incluso a sus cómplices internacionales que quisieron lucrarse.
¡Merecido lo tienen!