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Los náufragos del olvido: El último frente de la Segunda Guerra Mundial fue una isla de celos y locura

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En una isla perdida del Pacífico, una historia increíble —y profundamente humana— se desarrolló lejos de los mapas, de la guerra y de cualquier noción de civilización. Una historia hecha de supervivencia… y de oscuridad.

Durante la Segunda Guerra Mundial, un barco de la armada japonesa fue atacado por aviones estadounidenses y se hundió cerca de Anatahan, una pequeña isla volcánica en las Marianas.

Treinta y un soldados sobrevivieron y llegaron nadando a la costa. Allí encontraron a una pareja japonesa que había sido enviada a la isla antes de la guerra. Aislados, sin radio ni contacto alguno con el exterior, ninguno de ellos supo que la guerra había terminado.

Durante años convivieron, cazaron, sembraron y se organizaron como pudieron. Pero la tranquilidad pronto se quebró: comenzaron a aparecer cuerpos sin vida, muertes misteriosas que tensaron el ambiente hasta convertirlo en un campo de resentimiento y sospecha.

La causa de esa tensión no tardó en revelarse. La mujer, Kazuko Higa, era la única mujer en toda la isla. Y los 31 hombres se enamoraron de ella.

El supuesto matrimonio de Kazuko resultó ser una fachada: su esposo había partido en busca de su hermana, dejando la responsabilidad de protegerla a su jefe… quien fingió ser su marido para evitar que los soldados la reclamaran.

El secreto, los celos y las peleas

Pero el secreto se rompió. Y con él, la frágil paz. Los celos se transformaron en peleas. Las peleas, en asesinatos.

Kazuko, aterrada, comenzó a relacionarse con los soldados buscando protección y, quizás, una mínima estabilidad en una isla dominada por la paranoia. Pero la situación empeoró tanto que los propios hombres discutieron la idea de matarla para restaurar la paz.

Ella lo supo. Y una noche, en 1950, escapó en secreto a bordo de un barco estadounidense. La violencia cesó de inmediato.

En 1951, los soldados —que aún creían que la guerra seguía en curso— fueron finalmente rescatados por fuerzas de Estados Unidos. La pesadilla había terminado… seis años después del fin real de la guerra.

La historia de Anatahan quedó marcada por el aislamiento extremo, la fragilidad humana y los límites del instinto de supervivencia.

Una prueba inquietante de lo que ocurre cuando la civilización desaparece… y solo quedan el miedo, el deseo y la ley del más fuerte.

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