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Por Hiram Caballero ()
Miami.- Un hijo de Osama bin Laden se ha convertido en algo que pocos esperarían – un artista de metal gótico que pinta paisajes americanos y ama los viejos westerns.
Omar bin Laden, uno de los muchos hijos de Osama bin Laden ha tomado un camino que no podría ser más diferente al de su padre.
Nació en 1981, pasó gran parte de sus primeros años en Sudán y Afganistán, creciendo dentro de la sombra del extremismo. Pero cuando era joven, Omar rechazó ese mundo. Eligió el exilio y la independencia, viviendo en diferentes momentos en Arabia Saudita, Irán y Europa.
Lejos de la ideología que definió su nombre familiar, Omar comenzó a formar una identidad propia – basada en el arte, la música y la autoexpresión. Abrazó una estética gótica/metal, a menudo vista con pelo largo, chaquetas de cuero y ropa oscura. Pero más que la mirada, fue la pintura lo que se convirtió en su verdadera voz.
Sus obras de arte se centran en paisajes occidentales y americana – caballos galopando a través de desiertos, llanuras horneadas al sol e imágenes fronterizas extraídas de películas de vaqueros y nostálgica cultura pop. A través de estas pinturas, Omar explora la libertad, el espacio abierto, y tal vez un anhelo de un mundo intacto por el peso de su pasado.
Una vez solicitó asilo en el Reino Unido, con la esperanza de comenzar una nueva vida, pero su solicitud fue denegada. Aún así, continúa pintando y ocasionalmente da entrevistas, hablando de su deseo de ser reconocido no como el hijo de Osama bin Laden, sino simplemente como un artista – un hombre definido por la creatividad, no por el legado.
De manera silenciosa, Omar bin Laden ha reescrito su historia – convirtiendo un nombre que alguna vez se asoció con el terror en uno que ahora firma pinturas de paz, nostalgia y el sueño americano.