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¡Es hora de enfrentar la realidad sin adornos románticos!

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Por Irma Lidia Broek ()

Berlín.- Los estragos causados por el huracán Melissa en el oriente de Cuba no se resuelven con migajas de donaciones ni con obsequios simbólicos que, aunque alegran por un instante a quienes lo han perdido todo, no abordan el abismo de sus necesidades a largo plazo.

Miles de familias desplazadas, hogares destruidos y comunidades enteras devastadas no reconstruirán su vida con 50 dólares o paquetes de ayuda efímeros. Esa miseria diluida entre tantas víctimas solo perpetúa… ¡miseria!

Hasta la fecha, el régimen cubano ha recibido aproximadamente 4.8 millones de dólares en donaciones internacionales para la recuperación, según reportes de agencias como la ONU y medios independientes que rastrean la ayuda humanitaria post-desastre. Sin embargo, esto palidece ante la capacidad real del gobierno para responder.

No olvidemos que GAESA (Grupo de Administración Empresarial S.A.), el conglomerado militar que controla gran parte de la economía cubana, maneja activos estimados en alrededor de 18 mil millones de dólares, de acuerdo con análisis de expertos en finanzas cubanas y reportes de organizaciones como el Observatorio Cubano de Derechos Humanos y publicaciones especializadas en la economía de la isla (como los de Havana Times y Reuters en sus coberturas de 2024-2025).

¿Quién es GAESA para acaparar tales fortunas mientras el pueblo sufre? ¿Por qué no se destinan esos recursos al Estado para cubrir de inmediato la reconstrucción, la atención médica y el apoyo integral a las víctimas? El régimen tiene la responsabilidad absoluta de reparar estos daños, especialmente cuando posee los medios para hacerlo sin depender de limosnas internacionales.

Sabemos bien la represión feroz que ejerce el Estado cubano contra quienes alzan la voz por sus derechos: detenciones arbitrarias, acoso y censura. Pero el pueblo debe despojarse del miedo. ¡Es momento de exigir! ¿Dónde está el dinero de GAESA? ¡Que lo entreguen para el bien común, no para engordar bolsillos privilegiados! La solidaridad genuina empieza por la justicia interna. ¡Unidos, sin temor, reclamemos lo que es del pueblo!

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