Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Por Manuel Viera ()
La Habana.- Me voy a aventurar a dar mi criterio desde el respeto. Todos tenemos derecho a formarnos y expresar nuestro criterio. El señor Díaz-Canel no me resulta agradable, tiene cero carisma, no transmite confianza, se ha llenado de promesas incumplidas, incluso su voz me resulta molesta.
Sus mecanismos de trabajo me parecen absurdos, malos, carentes de resultados. Le veo como a un político que no pasa del verbo. Incluso, desde mi modesto punto de vista, no puede alardear de inteligencia, conocimientos, memoria o facilidad de palabra.
Su actuar la mayoría de las veces luce protocolar, forzado, sobreactuado.
Ahora, cualquiera pensaría que tendría que esforzarse por ganar popularidad. Cualquier buen político lo haría, se luciría resolviendo problemas y poniendo su imagen para entregar techos y colchones entre árboles caídos y ríos inundados.
Por ejemplo Fidel Castro era un maestro en eso. Se ponía las botas, se mojaba, salía al lugar donde su imagen ganaría fuerza y conseguía el favor de muchísima gente.
Sin embargo, este señor como político no es bueno sino todo lo contrario. No busca aprobación, se conforma con quedarse tras la mesa tal cual si no necesitara la popularidad de nadie.
En realidad, ni siquiera necesita eso porque no es el pueblo quien lo elige. Aún con el criterio negativo del 200% del pueblo, sí pudiese constitucionalmente haber un tercer mandato con toda seguridad seguiría allí. Sin embargo no es un secreto para nadie que hoy no cuenta con el voto de la inmensa mayoria de los cubanos, un pueblo que no puede decidir.
En lo personal considero su labor como una gestión de gobierno horrible, para el olvido y que con total seguridad no pasará a la historia precisamente por sus buenos resultados o la aprobación del pueblo cubano.
En 2018 Cuba no estaba bien, no lo ha estado nunca en el socialismo, pero bajo su mandato en los últimos 7 años se ha perdido lo poco de bienestar que había y el país ha retrocedido a la edad de piedra.