NO ES EL MINISTRO, ES EL RÉGIMEN

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFENO ES EL MINISTRO, ES EL RÉGIMEN

Por Joel Fonte (Especial para El Vigía de Cuba)

La Habana.- Los vaivenes intelectuales en el discurso del ministro de economía de Cuba, sus improvisaciones, repetidos desaciertos y aplicación -no adopción- de políticas que hunden más el barco náufrago de la economía cubana, y con ella a una sociedad estafada por quien debería protegerla, no son sino expresión de un mal mayor, del que es responsable último del actuar de ese «genio»: el régimen castrista.

Me pregunto siempre cuántos brillantes economistas hay en Cuba y fuera de ella, silenciados, marginados, que podrían darle una clase de economía a él y a los que lo ponen ahí, a hacer el ridículo -como antes pusieron a otros, por ejemplo a un Murillo que terminó haciendo de chivo expiatorio, aunque no era más instrumento grasoso que este ministro- y que no pueden abrir la boca siquiera porque al castrismo no le importa la fórmula «economía para la sociedad», sino «control de la economía para la política».

Y es que ningún ministro ni autoridad en Cuba puede pasar por sobre la voluntad del castrismo -que es el Partido Comunista- de prolongar el control del país con el mantenimiento de un Estado que es dueño de los principales recursos económicos, y que por consiguiente controla el poder.

Quien tiene el poder económico, tiene el poder político. Esa es la máxima que los ha guiado siempre a optar por la improductividad, por la ineficiencia de miles de empresas estatales en bancarrota, antes que abrir la economía y ponerla en manos privadas, sobre todo de los nacionales cubanos.

Y por más increíble que resulte -para quien aún se sorprenda de lo que son capaces- ahora están lanzando un discurso que admite la bancarrota de la economía, eso para justificar la inversión extranjera «a lo grande», que por décadas rechazaron. Admiten la bancarrota omitiendo quien es el responsable de ella, desviando la atención manipuladoramente al omnipresente bloqueo.

Asimismo, cuando en el 2019 el régimen introdujo constitucionalmente una forma de propiedad de la que estaban renegando desde que Fidel Castro decidió imponer el régimen comunista en el país que secuestró -la propiedad privada-, no lo hacía para que nosotros, los dueños teóricos del país, pudiéramos desarrollar nuestra iniciativa, libremente, sin ataduras, sin límites, y hacer próspera a Cuba, sino presionado por la Unión Europea y otros elementos de peso político y económico externo que reclamaban garantías para sus inversiones aquí y para, a su vez, manipular al mundo -EE.UU entre ellos- construyendo la idea de que las pequeñas inversiones que autorizaba a los cubanos aquí, eran expresión de un cambio político verdadero desde el poder.

Pero no.

Porque como siempre, la realidad muestra que el fin era otro, pues buena parte de esas expresas llamadas MIPYME son entidades públicas, de patrimonio estatal, bajo esa definición, o están en manos de individuos que son parte del régimen, o cercanos al poder, y que están lavando dinero malversado al patrimonio de la nación, dinero proveniente de actos de corrupción.

A su vez, todas esas empresas en manos de cubanos tienen -y es lo más significativo- un limitado peso en el crecimiento de la economía, y sigue el Estado por consiguiente siendo el decisor.

Paralelamente, como el desprestigiado ministro anunció hace poco, autorizan esas inversiones extranjeras crecientes, incluso en el comercio exterior e interior.

Esas empresas foráneas pueden -y de hecho, si el régimen lograra manipular y atraer más empresarios al país, ocurrirá- limitar ese poder de control del castrismo sobre la economía, y le restará soberanía, pero lo sostendrá como aparato, y no comprometerá su poder y control sobre su propia ciudadanía, que es lo que le interesa por sobre todo.

A la vez, esas inversiones extranjeras y las ganancias que generen fortalecerán al poder y no se traducirán en bienestar para el pueblo cubano, porque todo ese mercado -incluso el minorista, que significa hasta una de aquellas «tiendas de los chinos» de otrora traída al presente- funcionará en dólares, en monedas extranjeras que el cubano no recibe en pago por su sudor.

En suma, que en el proceso del mantenimiento de la esclavización colectiva de la nación que el régimen diseñó hace décadas y renueva, para despojar a los ciudadanos de cualquier bien material, de cualquier espacio de poder económico, es una prioridad.

Como lo es que el aparato enorme de un estado improductivo, burocrático y corrupto, no disminuya.

Y si mañana no es un «Gil», será otro «hijo de alguien» quien haga de vocero de la mentira. Cambiemos esa realidad. Comencemos por alzar la voz. No más dictadura en Cuba.

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