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El olvido es la segunda muerte

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Por Michel Hernández

La Habana.- El olvido es la segunda muerte. No son pocas las ocasiones en que olvidamos cómo llegamos a algún sitio específico o concretamos finalmente un proyecto determinado.

La mayoría de las veces detrás del éxito se encuentran personas que le han puesto el corazón a ese propósito como si se tratara de un proyecto individual. Lourdes Suárez fue una de esas activistas y artistas que se entregó al desarrollo y la promoción de la cultura del hip hop en la isla sin más anclaje que su propio cuerpo.

Apoyó a raperos, difundió sus obras en la radio y la televisión y contribuyó notablemente a la armazón del cuerpo de los simposios de hip hop en la isla junto a la tropas de Obsesión y Doble Filo, entre otros implicados.

Lourdes era un espíritu admirable. Con sus ropajes coloridos característicos y sus collares largos sobre el cuello como si hubiera cambiado Centro Habana por Woodstock, “ La Cimarrona”, para sus amigos, fue un alma buena que hizo del hip hop su vida y le echó una mano a mujeres que necesitaban respirar en medio de un entorno social adverso que las oprimía.

Era fácil encontrársela en cualquier sitio y abrazarla y conversar sobre sus próximos proyectos de los que hablaba con el entusiasmo de una adolescente. Fue, en verdad, una promotora cultural donde las haya, una mujer que hasta el último momento tenía en la cabeza el proyecto de mañana.

Lourdes murió en julio de 2020 de un cáncer que parecía ya iba en retirada. Una anécdota personal : cuando estuve ingresado por un presunto COVID en junio de ese mismo año en Casa Blanca, Cojímar, Lourdes, todavía con sueros, me mandó un mensaje en el que me aseguró algo que yo ya sabía: “Tienes todo mi apoyo y ayuda”, me dijo con la esperanza de que ambos íbamos a salir ilesos de nuestros propios lances. Ella, al parecer por su proximidad al sitio donde padecía el ingreso quería hacerme llegar lo que pudiera.

El hecho es solo un ejemplo de la obra y la humanidad de una persona que se entregó a los demás relegando su vida en varios momentos y épocas. Aunque su vida era eso: la cultura cubana, el movimiento de hip hop, la inclusión de las mujeres en una escena históricamente machista y el apoyo a los que vivían, por motivos diversos, momentos de tensión.

Nunca he escuchado sobre ella tras su muerte. Tampoco se habló mucho de su trabajo durante su vida. En Cuba, ya sabemos, la buena memoria no forma parte de las mermadas fortalezas del país, sobre todo cuando se trata de activistas o artistas que se han movido en las arterias del underground.

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