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El poder de la coherencia y la apuesta de Margot Robbie

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¿Sabías que Margot Robbie decidió desnudarse completamente en El lobo de Wall Street, aunque Martin Scorsese le ofreció no hacerlo?

En 2013, Margot Robbie apenas tenía 22 años. Era australiana, desconocida y acababa de conseguir su primera gran audición en Hollywood: una película dirigida por Martin Scorsese, junto a Leonardo DiCaprio.

Todo apuntaba a que debía ser prudente, obedecer indicaciones, evitar riesgos.

Pero Margot hizo justo lo contrario.

Cuando llegó el momento de rodar la escena más icónica de El lobo de Wall Street —esa en la que Naomi enfrenta a Jordan en el dormitorio, convertida en pura seducción y desafío—, Scorsese se le acercó y le dijo con delicadeza que podía usar una bata o cubrirse parcialmente si no se sentía cómoda, ya que la escena requería un desnudo frontal, y Margot era una actriz nueva y joven, enfrentándose a un rodaje muy intenso.

Pero ella lo tenía clarísimo.. le respondió que Naomi no se cubriría jamás, y si no lo hacía su personaje, ella tampoco. Si se tapaba, el personaje perdería autenticidad.

Así que Margot tomó una de las decisiones más valientes de su carrera: rodar la escena completamente desnuda, sin dobles, sin trucos y sin miedo, o al menos, ella no lo mostró.

Robbie ha contado después que estaba aterrada. El set estaba lleno de técnicos, focos y cámaras. Nadie respiraba.

Tres Tequilas

Antes de salir, se tomó tres chupitos de tequila para calmarse los nervios.

“Necesitaba valor líquido”, bromeó años después. “Acting 101: tres shots, y sales a escena como si nada”.

Pero lo que más sorprende no es el gesto, sino el motivo: no lo hizo por exhibición, sino por coherencia artística.

Quería que el público entendiera a Naomi no como una figura sexual, sino como una mujer que entiende las reglas del juego y las usa a su favor. El desnudo no era una concesión: era una declaración de poder.

Martin Scorsese lo confirmó en una entrevista: “Margot entendió al personaje mejor que nadie. Convirtió la escena en un acto de control absoluto”.

En ese instante, Naomi no es un cuerpo expuesto: es una estratega emocional, alguien que usa el deseo como arma y la mirada como frontera. Es ella quien dicta las reglas, quien humilla y manipula a su marido con la misma energía con la que él manipula el mercado.

Y ahí está la genialidad de Robbie: mostrar vulnerabilidad y dominio al mismo tiempo.

Una mezcla que se convertiría en su sello.

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