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Los Dodgers, esa maquinaria inevitable

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Por Esteban Palermo

La Habana.- Hay equipos que parecen fabricados para el drama, y hay otros que parecen fabricados para ganar. Los Dodgers pertenecen a la segunda especie: una maquinaria fría, inquebrantable, diseñada para aplastar cualquier narrativa romántica de sus rivales.

Milwaukee llegó a la Serie de Campeonato de la Liga Nacional con la moral por las nubes, con el mejor récord de la temporada y una racha perfecta de seis victorias ante los campeones defensores. Pero el juego de este lunes fue una bofetada de realidad: Blake Snell lanzó ocho entradas de un solo hit, Freddie Freeman conectó el jonrón decisivo y Los Ángeles volvió a recordarle al béisbol que la inevitabilidad también puede tener uniforme azul.

Lo de los Cerveceros fue coraje, no milagro. Empujaron, pelearon y hasta firmaron una de las dobles matanzas más absurdas que haya visto octubre. Pero nada de eso sirvió. El partido se definió por detalles, y los Dodgers, acostumbrados a manejar la presión como si fuera rutina, los dominaron todos.

No necesitaron pegar diez hits ni hacer ruido con cada swing. Les bastó la precisión quirúrgica de Snell, el temple de Freeman y una base por bolas de Betts en la novena para escribir otra página de su manual de victorias incómodas.

Milwaukee había llenado el American Family Field con fe. El problema fue que Snell decidió ser historia. Retiró a 17 bateadores consecutivos y se convirtió en el primer lanzador desde Don Larsen en 1956 en enfrentar el mínimo en ocho entradas de postemporada. Un zurdo desatado, un estadio en silencio, y una sensación que solo el béisbol puede ofrecer: la certeza de estar viendo algo que no se repetirá pronto. Cuando Freeman la sacó en la sexta, no solo rompió el empate; quebró la ilusión de un equipo que había vivido del impulso y se topó con la lógica.

El 2-1 final fue una sentencia más simbólica que estadística. Los Dodgers se fueron arriba en la serie y, con ellos, los números: los equipos que ganan el primer juego en una serie al mejor de siete han terminado avanzando el 65% de las veces. No hay fórmula mágica. Solo consistencia, experiencia y la sensación de que, incluso cuando titubean, nunca están en peligro real. Los Cerveceros llenaron las bases en la novena, coquetearon con el milagro, pero Treinen los devolvió a su sitio con un ponche que fue más psicológico que deportivo.

La serie apenas comienza, pero el mensaje ya fue entregado. Los Dodgers no son solo un rival: son una condición. Una especie de fatalismo moderno que recuerda a los Yankees de antaño o a los Bulls de Jordan. Puedes superarlos en el papel, puedes vencerlos en abril, pero en octubre siempre regresan. Milwaukee puede tener coraje; Los Ángeles tiene destino. Y contra eso, no hay estrategia que valga.

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