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El cambio de narrativa: cuando los medios preparan el terreno para una posible acción contra la dictadura venezolana

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Por Albert Fonse ()

Ottawa.- He dicho y planteado que Estados Unidos no atacaría ni invadiría Venezuela, no porque carezca de motivos, sino porque la prensa estadounidense no mostraba las señales históricas que preceden a una acción militar.

Los grandes medios son el verdadero termómetro del poder en Washington. Cuando ellos callan, el Pentágono no se mueve. Por eso señalé que el despliegue militar en el Caribe bajo la administración Trump no era una operación de invasión, sino una maniobra dirigida al combate del narcotráfico.

Ese despliegue tenía un objetivo real contra el tráfico de drogas, no una intención declarada de invasión. Fue una acción para golpear embarcaciones usadas por redes de narcotráfico y mostrar capacidad operativa, con fines tanto de seguridad como de propaganda política.

Ahora el panorama es distinto. Los principales medios estadounidenses comenzaron a hablar de Venezuela con una intensidad y una coordinación que no son casuales. The Washington Post, Reuters, AP News y The New York Times publican artículos sobre embajadas, explosivos, operaciones encubiertas, vínculos con potencias hostiles y, más recientemente, sobre el nombramiento de María Corina Machado como Premio Nobel de la Paz.

Ese reconocimiento, además de su valor simbólico, funciona dentro de la narrativa mediática como un elemento de legitimación moral frente a la dictadura. Es una pieza más dentro del guion que suele anteceder a los movimientos de presión internacional.

Sincronía entre medios y gobierno

Esa sincronía entre los grandes medios y los temas vinculados a Venezuela no ocurre por azar. Cuando la prensa norteamericana comienza a girar al unísono hacia un asunto específico, suele ser porque desde el poder político se filtran mensajes cuidadosamente diseñados para moldear la percepción pública. Así comienzan las narrativas que preparan el terreno para una acción. Primero se instala el tema, luego se le da una dimensión moral y, finalmente, se presenta la intervención como un deber inevitable.

El pueblo estadounidense no apoya operaciones militares sin una historia previa que las justifique. Lo que estamos viendo parece esa primera fase: la siembra del contexto. Si el volumen de noticias y titulares sobre la dictadura venezolana continúa creciendo, será una señal clara de que se prepara un paso mayor, quizás un ataque de precisión o una operación limitada. Si la cobertura se enfría, todo habrá sido una jugada de presión para forzar una negociación entre Washington y la cúpula de Maduro.

En la política exterior estadounidense las guerras no comienzan en los portaaviones ni en el Pentágono. Comienzan en los titulares del Washington Post y en las filtraciones del New York Times. Quien sepa leer el ritmo de esas publicaciones puede anticipar lo que viene.

La maquinaria mediática parece alinearse. No confirma una invasión, pero sí muestra un cambio de etapa. El silencio que protegía a la dictadura venezolana podría estar terminando. El Nobel de María Corina y la repentina atención de los grandes medios forman parte de una misma estrategia narrativa. Cuando Estados Unidos prepara a su pueblo con titulares, no está informando: está escribiendo el prólogo de su próxima acción.

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