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Por Datos Históricos
La Habana.- La historia de Joseph Samuel, conocido como “el hombre al que no pudieron ahorcar”, es una de esas anécdotas tan extraordinarias que parecen inventadas, pero que quedaron registradas en los archivos judiciales de Nueva Gales del Sur, Australia.
El 26 de septiembre de 1803, Samuel fue llevado al cadalso tras ser condenado a muerte por robo. Frente a una multitud expectante, se le colocó la soga al cuello y el verdugo activó la trampilla.
La cuerda se rompió.
En medio de la confusión, se preparó una segunda cuerda. Esta vez, el verdugo revisó cuidadosamente los nudos. Pero, al abrir nuevamente la trampilla, la cuerda se deslizó y Samuel cayó al suelo sin daño alguno.
El verdugo, nervioso, preparó una tercera soga. La revisó, probó su resistencia y, por tercera vez, Joseph Samuel subió al patíbulo. Cuando el mecanismo se activó… la cuerda volvió a romperse.
El público quedó en silencio. Algunos gritaron que era una señal divina. El gobernador, informado del incidente, ordenó examinar las cuerdas: estaban en perfecto estado. No había explicación posible.
Ante lo ocurrido, el gobernador decidió conmutar la sentencia de muerte por cadena perpetua, considerando que la triple falla debía interpretarse como un acto de providencia.
Desde entonces, Joseph Samuel pasó a la historia como el hombre que desafió a la horca tres veces y sobrevivió —una historia real que mezcla justicia, azar y un toque de misterio que aún hoy desconcierta.