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La marcha de la obediencia o cuando la solidaridad es solo un termómetro político

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Por Eduardo Díaz Delgado ()

Ahora quieren ver si el pueblo obedece o si, de verdad, ya nadie les hace caso. Han citado a un acto “voluntario” de solidaridad con Palestina. Curioso que sea justo ahora: cuando hay protestas contra Hamás —los amigos del gobierno—, y cuando Hamás cede ante la presión internacional y acepta la propuesta de Trump.

Sería demasiado para el NTV admitir que el plan de Trump tenía sentido, que su liderazgo y la presión ejercida sobre Hamás eran la vía hacia una solución. (Algo que, por cierto, vengo diciendo hace rato).

Tampoco te van a contar que, ante las señales de debilidad de Hamás, la gente se ha lanzado a las calles porque no los quiere más; porque quieren el fin de la guerra con Israel, y porque se han dado cuenta de que todo este sufrimiento se podía haber evitado. Que no era una cuestión religiosa, sino política. Y que no trajo ningún beneficio real a los palestinos.

Pero lo que sí te van a decir —con lágrimas y violines de fondo— es que hay niños muriendo. El resto de la gente también, claro, pero el objetivo es causarte tristeza y ganarse tu empatía.

Esa historia es muy conmovedora, pero dime: ¿cómo ayudas tú a los palestinos desde una marcha en la que nadie se va a enterar que estuviste? ¿Servirá de algo para mejorar las negociaciones, o para que la gente de Gaza viva mejor? Obviamente no.

El «motivo» de la marcha no tiene nada que ver con el fin que dicen perseguir. Lo que quieren es llenar un espacio, medir con qué apoyo real cuentan. Porque las redes sociales ya no les sirven: ahí el resultado de cualquier medición sería desastroso.

Nada, que te están manipulando. Tú lo sabes. Pero igual quiero decírtelo

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