
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Hiram Caballero ()
Miami.- El ingrato tiene una manera curiosa de recordar: olvida los días que estuviste, pero recuerda los que no. Olvida los sacrificios, las noches sin dormir, las veces que callaste por no herirlo, pero guarda con precisión milimétrica el instante en que no estuviste disponible. Es capaz de borrar de su mente todo lo que hiciste con amor y quedarse solo con lo que faltó.
Y duele… Duele porque uno no da esperando reconocimiento, pero sí espera algo de justicia. Duele cuando te das cuenta de que todo lo que hiciste con el corazón fue invisible para quien solo sabe mirar desde el ego. Que tus gestos sinceros, tus silencios protectores y tus cuidados fueron tomados como obligación, no como amor.
El ingrato no ve lo que haces por él, ve lo que cree que le debes. Nunca se pregunta cuánto diste, solo reclama lo que no recibió. Vive con la mirada puesta en lo que falta, sin darse cuenta de que la gratitud era el verdadero tesoro que lo podía hacer feliz.
Pero el tiempo, que siempre revela verdades, se encarga de mostrarle a cada quien lo que tuvo y no valoró. Porque nadie se queda para siempre donde no hay gratitud. Y cuando el ingrato se dé cuenta de que perdió a alguien que dio todo sin pedir nada, será entonces cuando entienda lo que realmente significa “tener memoria selectiva”.
Aprende esto: no todos sabrán valorar tu entrega, pero no por eso dejes de dar con el corazón. Al final, la vida siempre se encarga de recompensar a quien actúa con amor, y de recordarle al ingrato todo lo que algún día perdió por no saber agradecer.