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Matthew Henson, el primer hombre en el Polo Norte que la historia quiso olvidar

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En 1952, el etnólogo francés Jean Malaurie llegó a Groenlandia y se encontró con un inuit de piel oscura. Se llamaba Anauakaq. Cuando Malaurie le preguntó por su padre, el hombre respondió con un nombre que lo dejó sin palabras: Matthew Henson.

Henson no era un explorador cualquiera. Afroamericano, hijo de antiguos esclavizados, se convirtió en uno de los hombres más resistentes y experimentados de las expediciones árticas.

Acompañó a Robert Peary en siete viajes durante más de veinte años. Su fuerza, su habilidad con los trineos y su relación cercana con los inuit lo hicieron indispensable.

El 6 de abril de 1909, cuando su expedición alcanzó el Polo Norte, fue él —no Peary— quien llegó primero. Sin embargo, la gloria se la llevó otro.

De regreso a Estados Unidos, Henson vivió en el silencio de la historia oficial. Publicó sus memorias, trabajó en oficios modestos y murió en 1955, sin haber recibido en vida el reconocimiento que merecía.

Pero en el Ártico, dejó un legado inesperado. Como Peary, formó vínculos con mujeres inuit y tuvo descendencia. Sus hijos y nietos crecieron en Groenlandia, ignorados durante décadas por el mundo occidental. No fue hasta 1986 que, ya adultos, algunos de ellos pisaron por primera vez el país donde había nacido su padre.

Henson, el explorador olvidado, demostró que el coraje no entiende de piel ni de frontera. En una época marcada por el racismo, atravesó el hielo eterno y tocó el punto más septentrional del planeta. Su nombre apenas figura en los manuales, pero en el cielo del Ártico, entre auroras y glaciares, su historia sigue brillando. (Tomado de Datos Históricos)

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