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El nuevo hogar revolucionario para cocinarse vivo

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Por Redacción Nacional

Guantánamo.- En San Antonio del Sur, Guantánamo, la dictadura volvió a hacer de las suyas. Ahora, en medio del desespero por aparentar que resuelven el drama habitacional del país, han decidido donar contenedores para convertirlos en viviendas. Sobre el papel suena como un gesto práctico, casi moderno; pero en la realidad cubana no es más que otro disparate propio de un régimen que jamás entiende las necesidades reales de la gente.

Es cierto que en varias partes del mundo los contenedores se han transformado en hogares, oficinas o proyectos comunitarios de vanguardia. Países con climas templados o con acceso a materiales de aislamiento adecuados han conseguido soluciones habitacionales dignas. El problema es que Cuba no es Holanda ni Canadá. Aquí, donde el sol quema la piel desde las siete de la mañana y la temperatura puede alcanzar los 38 grados a la sombra, un contenedor metálico se convierte en un horno capaz de asfixiar a cualquiera.

El gobierno, en su afán de mostrar “creatividad revolucionaria”, ignora lo elemental: en un país donde la gente no tiene ni ventiladores, ni aire acondicionado, ni corriente estable, encerrar familias en un cubo de metal equivale a condenarlas a una tortura diaria. No se trata de arquitectura sostenible, sino de improvisación y propaganda. A falta de cemento, acero y planificación urbana, ahora nos venden la idea de que vivir dentro de una caja de hierro es progreso.

Otro logro de la revolución

Guantánamo, con sus altas temperaturas y su humedad sofocante, será el laboratorio de esta ocurrencia. Los burócratas, que viven en mansiones con techos altos y aire acondicionado, jamás probarán lo que significa pasar una noche en esas condiciones. Al contrario, harán titulares en el Noticiero para presumir de un “logro de la revolución”, mientras el pueblo se cocina vivo dentro de la lata.

Así funcionan las cosas en Cuba: cada crisis se resuelve con un parche absurdo, cada parche con un discurso hueco, y cada discurso con más miseria. Si de verdad quisieran resolver la vivienda, apostarían por materiales modernos, por proyectos serios de urbanismo, por darle al pueblo casas que sean hogares y no contenedores disfrazados. Pero ya sabemos que a la dictadura nunca le ha importado el bienestar de los cubanos. Lo único que buscan es seguir vendiendo humo, aunque ese humo, en Guantánamo, salga de cuerpos sudados y familias sofocadas dentro de una caja metálica.

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