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Fallece en accidente de tránsito primera secretaria del Partido en Cruces

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Por Redacción Nacional

Cruces.- La primera secretaria del Comité Municipal del PCC en Cruces, Diosmiley Llerena Suárez, falleció este sábado en un accidente de tránsito.

El relato que difunden no es más que la habitual crónica edulcorada: la funcionaria agotada por sus responsabilidades, la carretera mojada, el fatídico patinazo, el impacto demoledor. Todo narrado con un dramatismo calculado, como si la tragedia fuera un accidente aislado y no el resultado de un país carcomido por la desidia y la incompetencia.

En Cuba los accidentes no son solo accidentes: son consecuencia directa de un sistema que nunca tuvo como prioridad la seguridad vial ni la vida de sus ciudadanos. Carreteras en ruinas, vehículos obsoletos, ausencia de señales y un estado de abandono generalizado forman parte de la cotidianidad. Pero el discurso oficial insiste en reducirlo todo a la mala suerte. Nunca verán una nota que hable del abandono de las infraestructuras ni de las condiciones precarias en las que se mueve el transporte estatal.

Una muerte que retrata el desastre de un país

Resulta llamativo, además, el tratamiento al acompañante. Mientras algunas publicaciones independientes sugirieron que era esposo de la dirigente, la prensa del régimen lo relegó a la condición de simple “chofer”. En el engranaje de la propaganda, unos tienen nombre y honores; otros apenas existen. La vida de ese hombre quedó reducida a un pie de página, porque en la lógica del poder importa más la investidura que la persona. Así funciona la maquinaria de una dictadura que clasifica incluso la muerte según el carnet político.

Lo más perverso no está en el accidente mismo, sino en el modo en que la dictadura se apropia de la tragedia para reforzar su narrativa. Cada muerte de un cuadro del Partido se convierte en tributo a la supuesta entrega, al sacrificio, a la disciplina revolucionaria. Y mientras tanto, los cientos de cubanos que pierden la vida a diario en carreteras destruidas o en hospitales sin recursos quedan en el anonimato, porque no portaban un cargo partidista. La desigualdad en el duelo refleja la desigualdad en la vida.

La muerte de Diosmiley Llerena no es solo la historia de un carro que patinó. Es, en el fondo, un retrato de país: un Estado incapaz de garantizar lo básico, que privilegia a unos pocos y sepulta a la mayoría en la invisibilidad. En Cuba, hasta los accidentes llevan la marca de la dictadura: el abandono, la manipulación del relato y la jerarquía política que decide quién merece ser llorado y quién olvidado.

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