EL MINISTERIO DE LA AGRICULTURA VA A RENDIR CUENTA… ¿DE QUÉ?

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Por Jorge Sotero
La Habana.- Los ministerios de la Agricultura y de Industrias de Cuba se preparan para un proceso de fiscalización y posterior rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional, recuerda el diario Granma, que intenta decirle a sus lectores que una vez que esto ocurra debe pasar algo, tal vez la aparición de pepinos, yucas, carne de cerdo, leche, o cabilla para la construcción.
Según el rotativo, «el ejercicio de las más alta fiscalización debe convertirse en un movimiento político, para que todos los trabajadores, campesinos y dirigentes del sector tengan una participación activa, y no se vea solamente como un control de la Asamblea al Minag».
Esas palabras dejan dudas. Porque habla de un «movimiento político», que implique a todos a participar, que sería algo así como decir, hablar, denunciar cosas, en lugar de abrir puertas para la producción, las inversiones, el crecimiento, con la intención de satisfacer las necesidades alimenticias de una población que cada vez tiene más urgencia de alimentos y que estás hastiada de pollo, perro caliente y picadillo de procedencia dudosa, cuando lo puede conseguir, una palabra de moda en la isla.
No quiero ser pájaro del mal agüero, o ave de mal augurio, para decirlo mejor, pero ¿alguien puede pensar que una fiscalización de la Asamblea Nacional y una posterior rendición de cuentas van a resolver los problemas de los alimentos, cuando lo que más han hecho esos ministerios es rendir cuentas desde que apareció ese sistema de gobierno y cada vez vamos más para atrás?
El libelo del Partido Comunista dice que, mediante una videoconferencia, Ramón Aguilar Betancourt, presidente de la Comisión Agroalimentaria de la ANPP, precisó «las orientaciones sobre el desarrollo de los procesos», y luego dice que se seleccionó a un diputado de cada provincia con la intención de dirigir el trabajo, que imagino sea el de recoger proposiciones, con las que luego se limpian todos.
Según la nota, el 10 de noviembre, luego de dos meses de trabajo, habrá que entregarle a Esteban Lazo, en su condición de presidente de la Asamblea, el informe de trabajo, con la intención de que sea analizado por el legislativo en la sesión ordinaria, que debe ser la de finales de año.

Y entonces veremos a desaforados oradores hablar de esto o aquello, exponer experiencias ridículas sobre cómo se cultiva tal producto en un patio no sé dónde, o pescado en unas piscinas improvisadas, o cómo están haciendo harina de yuca en tal provincia, como si la yuca se diera silvestre en Cuba o los peces nacieran y se alimentaran solos. Luego vendrán las disertaciones de Lazo, como las de la última sesión de la Asamblea, y las palabras cargadas de esperanza del Hombre de la Limonada, que aún no ha conseguido que haya limón, ni guarapo, los líquidos que para él son «la base de todo» y «el líquido más común», por ese orden.

No faltará el dirigente campesino rebosante de grasa corporal que quiera sentar cátedra y decir que el guajiro tal, en Guira de Melena, Batabanó o Valle de Caujerí, tiene una producción alta de papas, maíz o palmiche, y que se debe tomar el ejemplo de él, pero una vez terminada la rendición de cuenta, cada uno de los que estuvo allí volverá a sus casas, a lo suyo, y se olvidará de que en el país no hay qué comer.
Pasarán por alto que no se produce carne, ni huevos, que escasean los granos y las verduras, que la leche es una rareza y que la inmensa mayoría de la población pasa hambre, que es una de las sensaciones más duras que puede experimentar una familia: no tener qué darle a sus hijos o a sus viejos.
Y no dicen que casi no quedan campesinos, que nadie quiere ir al campo, que no hay semillas, fertilizantes, petróleo y maquinaria para trabajar la tierra. Que abunda el pillaje en los campos, que el marabú es el dueño de todo, y que lo que le pagan a un obrero agrícola no motiva a nadie a volver al campo.
Todo será tan etéreo, tan insulso, que si alguien sigue las sesiones, terminará con la sensación de que los que rinden cuenta y los que presiden la reunión, vagan por mundos diferentes, alejados completamente de la realidad.
Y del tema de la Industria, mejor no hablar, Salvo contadas excepciones, no funcionan las fábricas de nada en Cuba, y en municipios que antes tenían ocho o 10 industrias importantes, no hay ni una funcionando. Salvo las vetustas termoeléctricas, alguna planta en Moa, dos o tres refinerías, una planta de cloro y algo más, toda la capacidad industrial del país terminó por venirse abajo en los últimos tres años.
Sin embargo, lo adelanto, en la Asamblea Nacional saldrán convencidos de que es la hora de «iniciar una nueva etapa», «darle un vuelco a la situación», «hacer trabajo político para llevar al hombre al campo», y mil tonterías más que no funcionarán, como no ha funcionado nada hasta ahora.
Pensándolo bien, a veces hago el tonto, reseñando a Granma, cuando sé por experiencia propia que miente o desinforma. Lo mismo que hará la Asamblea Nacional en diciembre, cuando la rendición de cuenta de los ministerios de Agricultura e Industria.

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