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(Tomado de Datos Históricos)
En 2006, Lisa Nowak alcanzó uno de los sueños más grandes de la humanidad: volar al espacio. Oficial naval y especialista de misión, formó parte de la tripulación del transbordador Discovery, reabasteciendo la Estación Espacial Internacional. Había logrado lo que muy pocos en la historia podían contar: ver la Tierra desde las estrellas.
Pero menos de un año después, su nombre volvería a los titulares por razones muy distintas. En febrero de 2007, Nowak condujo más de 1.400 kilómetros sin detenerse, supuestamente equipada con pañales para evitar paradas. Su destino: un estacionamiento en Orlando, donde confrontó a Colleen Shipman, la nueva pareja del astronauta William Oefelein, con quien Nowak había mantenido una relación.
Según el informe policial, llevaba un cuchillo, un martillo, gas pimienta, bolsas de basura y una pistola de perdigones. La situación pudo haber terminado en tragedia, pero Shipman logró escapar y Nowak fue arrestada. Lo que comenzó como un triángulo amoroso terminó como uno de los mayores escándalos en la historia de la NASA.
Los cargos de intento de secuestro se redujeron a un delito menor, pero el daño ya estaba hecho. Su carrera en la agencia espacial terminó de inmediato, y su imagen quedó marcada por aquel viaje de más de 1.400 kilómetros impulsado no por ciencia ni disciplina, sino por celos y desesperación.
La historia de Lisa Nowak nos recuerda que incluso los héroes modernos, entrenados para vivir en el vacío del espacio, no siempre están preparados para enfrentarse al vacío interior de sus propias emociones.