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Genfarma: el escaparate del cinismo

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Por Redacción Nacional

La Habana.- Miguel Díaz-Canel no pierde oportunidad para posar de estadista, aunque su libreto sea siempre el mismo: frases huecas, consignas recicladas y una puesta en escena digna de un mal teatro. En Vietnam, inaugurando la planta de medicamentos Genfarma, volvió a interpretar el papel de líder iluminado que promete “innovación, visión humanista y eficiencia industrial”. Palabras que en boca de él no significan nada.

Mientras tanto, en Cuba la realidad es otra: farmacias vacías, hospitales que parecen ruinas y familias enteras buscando un simple antibiótico como si fuera oro. La “potencia médica” que una vez presumieron hoy no es más que un eslogan oxidado. En la isla no se consigue ni un paracetamol, pero en Hanoi el presidente promete medicamentos cubanos para toda Asia. ¿Cómo explicar semejante contradicción sin caer en la palabra más precisa: cinismo?

Genfarma no es símbolo de cooperación ni de “solidaridad socialista”. Es la vitrina propagandística de un régimen que necesita mostrar éxitos fuera porque dentro no puede enseñar nada. ¿De qué sirve inaugurar una fábrica con estándares mundiales si el pueblo cubano muere de carencias básicas? ¿De qué vale hablar de “confianza mutua” con Vietnam cuando en las cárceles de la isla cientos de presos políticos sufren torturas en condiciones infrahumanas.

El teatro continúa sin convencer

Díaz-Canel habló emocionado de sueños cumplidos. El pueblo cubano sueña, sí, pero con electricidad estable, con leche para los niños, con libertad para los presos, con un país donde la salud no dependa de un paquete enviado desde Miami. Esos sueños, que deberían ser elementales, son los que el régimen castrista ha destruido.

La inauguración de Genfarma es apenas otra foto para los archivos de la propaganda oficial. La dictadura quiere hacer creer al mundo que Cuba es capaz de innovar, mientras dentro del país las madres cambian medicamentos por arroz y los enfermos rezan para no enfermarse más. El contraste es tan grotesco que ya ni engaña a los propios cubanos.

Genfarma no es futuro, es la confirmación del fracaso. Una cortina de humo para esconder la incapacidad de un gobierno que no puede garantizar aspirinas en la isla, pero que sí exporta discursos de grandeza a países amigos. El teatro continúa, pero la función cada vez convence menos.

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