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El problema no es el carbón: es la propaganda

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Por Eduardo Díaz Delgado ()

Ver a Abdiel Bermúdez romantizando la cocinadera con leña da un asco tremendo. Celebrar que la gente esté “paciente” viviendo en 1825 es una burla a Cuba.

Ahora, según ellos, el problema es el acceso al carbón. No es la falta de electricidad ni la ausencia de un servicio de gas constante y estable.

No: el problema es el carbón y la leña. Todo eso es una forma de desviar la atención de los reclamos por los apagones.

Abdiel Bermúdez puede ser un singao, pero no un estúpido. Él sabe lo que está pasando, lo que está diciendo y para qué lo hace. Aun así, se presta para hacerle el harakiri a su propio pueblo, a su barrio, a él mismo.

Pero mientras la gente no se lo haga notar —a él y a todos los que colaboran en este auto-daño colectivo— lo van a seguir haciendo. Igual que el policía que “solo cumple órdenes”, igual que toda la gente que ayuda a que cada día nuestra realidad sea peor, desde cualquier punto de vista.

Si el miedo a manifestarte y mostrar rechazo al gobierno no te deja actuar contra este, al menos haz que cada monigote o represor que participa en la tortura del pueblo cubano sienta de manera individual el peso del rechazo, del asco, del hartazgo.

Hazlos cargar con la vergüenza de su papel miserable. Mientras sigas con la excusa de que “es su trabajo y si no lo hace otro lo hará”, seguirán apareciendo nuevos verdugos después de que los anteriores se cansen, y tu vida seguirá siendo un yogur.

Hay algo que se llama instinto de autoconservación. ¡Aplícalo!

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