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La Operación Barbamoscas: cuando los mosquitos nazis conquistaron Caibarién

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Por Víctor Ovidio Artiles ()

Caibarién.- Mi barrio, como casi todos, muestra un despegue alucinante de unos seres artrópodos dípteros de la familia culicidae, conocidos popularmente como mosquitos.

Mis mosquitos son de la raza superior y ellos se lo creen. Estoy seguro de que, en algún bunker subterráneo, hay algún mosquito bajito, peinado al lado y con un moscón debajo de la nariz, metiendo perretas y queriendo ocupar nuevas tierras.

Herr Moskito, más conocido como Adolfito, ha creado varias élites que nos atacan sin piedad. Los mosquitos Camisas Pardas andan por las calles acribillando a los transeúntes. Se ocultan en bancos, aceras, jardines enyerbados y charcos. Tienen jeringas, a través de las cuales te extraen la sangre, para depositarla en el Banco de Sangre del Reich.

Tiene un grupo llamado la Luftwaffe. Vuelan sobre las víctimas, atormentándolas y obligándoles a entrar en las casas. En sus escuadras se destacan los pilotos que portan armas biológicas, cargadas de cuanto arbovirus existe.

Los más peligrosos son los grupos de asalto, los Schutzstaffel, especialistas en ataque cuerpo a cuerpo. Te caen encima cerca de la casa, te rodean, te pican, se esconden en tu pelo, de agarran de la ropa, se esconden en el marco de la puerta. Abres, desesperado, y se cuelan por decenas dentro de la casa. Ya ubicados, se adueñan del lugar. Son sádicos. Se ríen en tu cara cuando les caes detrás con un trapo o intentas cazarlo con palmadas.

Gracias a esos bichos arios tenemos dengue, chikungunya, fiebre amarilla, roja y de todos los colores. Lo peor es que la Resistencia se ha rendido. Desaparecieron aquellos grupos de partisanos fumigadores y sus «mochilas»… desapareceremos también nosotros.

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