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Por Sergio Barbán Cardero ()
Un testimonio personal sobre cómo la dictadura cubana temió más a una radio que a un ejército entero de ideas.
Miami.- A finales de los 80, o inicios de los años 90, mi esposa y yo participamos en un concurso de Radio Nederland sobre la vida en los corales, dirigido a diexistas cubanos. Estuvimos entre los primeros lugares; el premio consistía en una radio portátil de onda corta y un pulóver con el logo de la emisora.
Para nosotros era un regalo inmenso; en aquellos tiempos no existía internet, y la información en Cuba estaba secuestrada por la tiranía. La onda corta era una ventana al mundo, y nos hacía sentir menos aislados.
Pero la alegría duró poco. El embajador de Cuba visitó personalmente la dirección de la emisora organizadora y prohibió que nos enviaran los radios. Alegó que Cuba no permitiría la entrada de esos aparatos, insinuando que todo era “una patraña del imperio” para introducir su veneno a través de la onda corta.
Los directivos de la emisora no podían creer semejante actitud. Como prueba, y para dejar constancia de lo sucedido, grabaron los diálogos con el embajador, y luego retransmitieron la conversación.
Puedes imaginar el grado de frustración que sentimos mi esposa y yo. Haber ganado un concurso cultural, con ilusión y esfuerzo, y ver cómo nos arrebataban el premio solo por el miedo enfermizo del régimen a que los cubanos pudiéramos escuchar otras voces.
Ese temor llegó a extremos absurdos. La tiranía terminó ensamblando los radios soviéticos en Cuba, y retirando deliberadamente todos los componentes de la onda corta de los receptores multibandas que se comercializaban en la isla. Un ejemplo más de hasta dónde llegaba el régimen para evitar que el pueblo pudiera acceder a información libre.
Radio Nederland, también conocida como Radio Netherlands Worldwide, fue la emisora pública internacional de los Países Bajos, fundada en 1947. Su misión era ofrecer información imparcial y programas culturales a audiencias fuera de Europa, especialmente en países donde la libertad de prensa estaba restringida. Durante décadas, fue una de las principales fuentes de información para los cubanos que deseaban acceder a noticias y cultura más allá del control estatal.
La emisora transmitía desde Bonaire, una isla ubicada en el sur del mar Caribe, a unos 80 kilómetros al norte de la costa de Venezuela, que forma parte del Reino de los Países Bajos. Recuerdo perfectamente su inconfundible jingle: “Aquí Radio Nederland, desde Bonaire, Antillas Holandesas…”.
En 2012, Radio Nederland cesó sus emisiones en onda corta debido a recortes presupuestarios y cambios en la estrategia de comunicación. Sin embargo, su compromiso con la audiencia cubana perduró. El 1 de agosto de 2014, la emisora transmitió su último programa en español dirigido a Cuba, titulado «El Toque». Este microprograma, que comenzó en 2012, se emitía tanto por onda corta como por internet, y su cierre marcó el fin de una era de información alternativa para muchos cubanos.
La historia de aquel concurso y de Radio Nederland es también la historia de la resistencia silenciosa frente a la censura. Ningún muro, por alto que sea, puede detener para siempre la verdad. Los cubanos aprendimos que, aunque el régimen mutilara radios, bloqueara señales o persiguiera emisoras, siempre habrá caminos para que la información circule y las ideas sobrevivan.
La dictadura temía a una simple radio porque sabía que bastaba una voz libre para encender la esperanza de un pueblo entero.
Nota: Dedico esta anécdota a un amigo diexista, quien hoy me hizo viajar de nuevo a aquella época.