Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Sin igualdad política no hay diálogo posible

Comparte esta noticia

Por René Fidel González García

Santiago de Cuba.- El diálogo entre los ciudadanos oprimidos, perseguidos, censurados, vigilados, amenazados, regulados, cesados, sancionados, por motivos políticos, por motivos de discriminación política, por motivos de exclusión política debería ser en Cuba. En términos de espontaneidad y racionalidad política, esto debería ser primero.

Es difícil entender que se repita como un mantra para las víctimas y los victimarios. Para los que niegan el derecho a la igualdad política y para los excluidos. Para los agresores y los agredidos, la tesis del diálogo, sin mencionar ni una vez, la necesidad y urgencia. También la condición de posibilidad y las oportunidades que ofrece un diálogo entre los ciudadanos cubanos. Estos viven dentro de un sistema político que se ha construido – y funciona cada vez más – para la exclusión y discriminación de los cubanos por motivos políticos.

No es que el reformismo sea neutral, es que no es radical

En Cuba no hay posibilidad de un diálogo político sin entender y lograr primero un diálogo social sobre la igualdad política. Sobre cómo alcanzarla. Ese cómo explica la estructura política que tiene que ser construida para que el conflicto que encubre la exclusión política de los ciudadanos sea asumido de una vez. En su auténtica naturaleza y sus consecuencias.

La exclusión política no es en Cuba un acto aislado, es un sistema político. Es una cultura y prácticas institucionales juridificadas, pero también secularizadas durante muchos años. Esto como un complejo patrón de orden y estabilidad en la sociedad, de control y represión política, de ideación, divulgación y concreción del poder.

Hablar, escribir, reflexionar en Cuba sobre la noción de diálogo en términos culturales, educativos, de valores y prácticas sociales o políticas nunca es – necesariamente- restrictivo y resulta absolutamente loable. Pero hacerlo en términos políticos, de acción y cambio político, de promoción de una cultura y prácticas políticas nuevas, es algo completamente diferente. También de enfrentar e intentar resolver el problema político que tenemos de forma coherente con la aspiración de lograr salir del subdesarrollo político. Como puede ser obvio por los riesgos que entraña, es mucho más específico, desafiante y radical.

No estaríamos donde estamos si dos, o tres, cientos o miles tuvieran una estructura distinta y superior que las digitales, pero eso todos los sabemos. No es que se ha fracasado en lo hecho, es que el fracaso ha sido, hasta ahora, no hacer lo único que es necesario hacer.

Deja un comentario