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Carlos Cabrera Pérez
La casta enguayaberada y verde oliva prosigue en su pasión anticubana y ha ordenado al Partido comunista el lanzamiento de una nueva medida activa, que ya circula en sendos carriles; el uno finge que lamenta la ruina del turismo y el dos que la solución pasa por la adopción de medidas socialdemócratas; impulsadas por un grupo de gusañeros; ya a salvo de la Oficola y los apagones, pero que no desean los confundan con exiliados radicales; pese a que la radicalidad en la vida cubana es una criatura castrista.
Cubadebate que -junto con la Mesa Redonda– es el principal instrumento de diversionismo ideológico al servicio de la dictadura más vieja de Occidente, anda lloriqueando porque se ha parado el turismo, al que identifica como principal motor de la economía. Una guayaba descomunal porque la industria sin chimeneas nunca fue la principal fuente de ingresos porque nunca agradó a Fidel Castro; y Manuel Marrero acabó destruyéndola con una subida de precios del 30%, al calor del embullo Obama, pese a las advertencias de turoperadores con larga implantación en Cuba.
Las principales fuentes de ingresos de la tiranía son el alquiler de médicos, maestros y entrenadores deportivos a 56 países y las remesas de la demonizada oficialmente, pero solidaria emigración; a la que el régimen que la desterró la quiere para que pague la alimentación, la atención sanitaria, las plantas generadoras y placas solares y los servicios básicos de sus familias rehenes en Cuba.
Pese a los desastrosos resultados del turismo, el tardocastrismo siguió invirtiendo en hoteles que permanecen vacíos desde hace años y meses, pero han hecho creer a mucha gente que la ruina turística es culpa de Estados Unidos -¡que raro!-, mientras intentan escamotear un programa de construcción de activos inmobiliarios de lujo en La Habana, Varadero, Holguín, Trinidad y Cienfuegos, sin transparencia sobre costes y origen del dinero para inversión.
En paralelo, cada vez que la dictadura tiembla de miedo, activa a sus Agentes de influencia; esos gusañeros (mitad gusano/mitad compañeros) deseosos de servir a la patria y de encontrar una manera de seguir conectados a la subguara para conservar una casita en La Habana, paso franco por La Habana y filosofía de café con leche con familiares y colegas que se están comiendo a Nicolás en marcha atrás.
Ambos carriles coinciden en el objetivo estratégico de reforzar la tesis oficial de que el problema de Cuba es económico y no político; que es la ilusión favorita del pan con na, desde el desmerengamiento de la URSS y la ruina que Hugo Chávez propinó a Venezuela.
Para que Cuba cambie y se convierta en una sociedad próspera con ciudadanos iguales y libres, debe desaparecer la tiranía, su discurso de difuntos y flores; mientras esto no ocurra, ya podrán anunciar los carriles Uno y Dos que la luz está cerca, cuando solamente se trata de una ilusión óptica interesada por conveniencia y servilismo.
El truco es muy viejo, pero ya apenas le funciona por la crudeza de la bancarrota y pese a la contribución generosa y desinteresada del CDR de Miami que, cual hijo prodigo del castrismo, reparte Hago constar de buenos y malos, en ese enfoque binario y chivateril tan del gusto del Hombre y la Mujer viejos, que una vez se creyeron pepillos de pitusa y popis.
La solución de Cuba se llama democracia y fue inventada en Atenas, en el siglo V antes de Cristo; el resto son cuentos de caminos, papalotes en almíbar y serpentinas para las glorietas; el diagnóstico está claro, la isla será un país normal cuando los cubanos extirpen el comunismo de compadres de la nación y de millones de cabezas que solo han conocido una manera de gobernar la finquita.
Mientras tanto, los cubanos seguirán atrapados en el maldito carrusel de represión, destierros, inxilios y hambre de comida, medicina, luz y agua potable y, si algún bobo solemne sigue machacando con la idea de que la crisis es económica, que admita entonces que la revolución fracasó económica y socialmente porque los cubanos sobremueren desamparados desde que el Kremlin bajó el catao y desnudó el modelo castrista de cesión de soberanía e independencia nacionales a cambio de moneda dura para sufragar la megalomanía del compañero Fidel.
Así que ya saben, los comunistas no paran de inventar, mientras el enemigo acecha y los cubanos parecen resignados a la suciedad que construyeron entre unos y otros, pretendiendo ser machete en plena zafra, bala feroz al centro del combate y han acabado en la gozadera en Miami -la obra más perfecta del comandante en jefe- mientras los combatientes siguen sintonizando al lírico Luis Marquetti, primo de Agustín, y que soltó aquello de: (…) pero así van pasando las semanas pasando sigo sin lograr lo que yo quiero; si tu Dios es mi Dios para que son esos plazos traicioneros…