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Por Yoyo Malagón ()
Madrid.- Marc-André ter Stegen firmó en su día diferir salarios para salvar al Barça, pero nadie le advirtió que los héroes, en el Camp Nou, tienen fecha de caducidad. Ahora, con 33 años y una cirugía de espalda que lo dejará tres meses fuera, el alemán descubre que su gesto de lealtad vale menos que un espacio en el límite salarial.
El club quiere venderlo para inscribir a Joan García y Marcus Rashford, pero el arquero —tercero en la jerarquía tras Szczęsny y el nuevo fichaje— se aferra a su contrato hasta 2028. Un pulso donde la épica ya no paga facturas.
El Barça juega sucio y con ventaja. Sabe que, según las reglas de LaLiga, una baja inferior a cuatro meses no libera espacio salarial, así que necesita deshacerse de Ter Stegen a toda costa. Lo intentó antes: en 2024, tras su lesión de ligamento cruzado, trajeron a Szczęsny de emergencia.
Ahora repiten guion con García, pero el alemán no es un Christensen prestado: es el capitán que renunció a millones durante la pandemia. La directiva apuesta a que, humillado como suplente, aceptará irse. Error. Ter Stegen no es un Piqué: no se retira por WhatsApp.
El jugador tiene bazas, aunque oxidadas. Su salario diferido lo ata al club como un ancla: si lo rescinden, deberán pagarle todo de golpe. Además, pocos equipos pueden asumir su ficha (12M€ netos) y menos para un arquero lesionado.
El City ronda, pero solo si Ederson se va. Mientras, Ter Stegen usa su cirugía como trinchera: «Volveré», anuncia en redes. Laporta quiere sangre nueva, pero el vestuario recuerda quién aguantó el chaparrón financiero.
La hipocresía es moneda corriente. Hace un año, el Barça usó una laguna legal para inscribir a Dani Olmo aprovechando la lesión de Christensen. Hoy pretenden hacer lo mismo con Ter Stegen. El detalle grotesco: el alemán podría volver en octubre, justo cuando García —sin experiencia en Champions— enfrente su primer clásico.
Eso sí, el fútbol ya no es de románticos: Laporta necesita vender VIP seats a 475€ en el Camp Nou en obras y, además, el arquero estorba. La lealtad, parece, solo importa cuando conviene.
¿Quién ganará? El Barça tiene la burocracia de su lado, pero Ter Stegen tiene tiempo y orgullo. Si resiste hasta enero, el club —ahogado por deudas— podría ceder. O quizá, como a Ansu Fati, lo manden a préstamo pagando parte del sueldo.
La ironía final sería que, tras salvar al Barça con su dinero, termine salvándose a sí mismo con su terquedad. Mientras, en la portería, Joan García aprenderá una lección: en este club, los héroes de hoy son los trámites de mañana.