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Por Luis Alberto García ()
La Habana.- Dos mensajes de texto me entraron en la mañana del sábado desde la aplicación cubana El Ticket ( una vez terminada la asamblea/de/ningún/voto/en/contra/y/ni/una/sola/abstención) avisándome “que me tocaban” los 40 litros de gasolina Regular en el Servicentro de 112 y 5ta Avenida.
Por supuesto que, en su momento, introduje mis datos en dicha aplicación ( ese otro engendro de la burocracia que padecemos), de lo contrario no habría recibido aviso alguno.
Salí pa’llá y me soné la cola bajo un sol de miedo durante más de hora y media. Disciplinadito. Resoplando más que el General Resoplez. Sudando ebrio de gozo. Hablando pestes con otros que también hablaban pestes “de la COS@“, del país y sus capataces, de la comida virtual, de la felicidad audiovisual y periodística, de la locura, del desastre, de las pestes de la basura, de los disfrazados de mendigos, de los truenes disfrazados de renuncia para una sola persona y no para sus aplaudidores, de la Carta Magna que convierten en magma a su antojo, de dirigentes y de diputados cómplices, de los bloques y de los dos bloqueos.
Tuve un momento de epifanía en el cual conseguí quedarme sordo y mudo a pura concentración o me fundía por hartazgo.
Llegué con mi tractor Peugeot 405 del año 2000 a la bomba dispensadora y a la caseta donde atienden a los clientes, en la que mostré los mensajes en mi móvil, el código QR, mi Carnet de Identidad y en la que terminaron pidiéndome la circulación de mi “transporteichon”.
– “Artista… lo lamento pero “no podemos habilitarle el combustible”…
– What The Fuck? ¿Yesapin?
– “Compañero… a la hora de solicitar su turno, usted puso el número de la chapa de “esa cosa que vino manejando” pero eso fue antes. Ya “esta otra cosa” cambió y ahora hay que poner el número de su licencia… SON ÓRDENES DESDE LA GALAXIA…
– Eh… (acopio de paciencia, sangre fría)… no entiendo mucho pero… mi nombre es mi nombre… no estoy disfrazado ni maquillado…mi número de Carnet de Identidad ( les muestro) es real, el número de la chapa de mi tractor francés es ¡ése que ustedes están viendo!… ¿De qué va esta linda sorpresa?
– “Lo sentimos mucho, pero son órdenes. NO PODEMOS HABILITARLE EL COMBUSTIBLE, compañero…
– A ver… “ ni un compañero más”…
– “Esto se anunció en el Canal Habana y hasta en el Tribuna de La Habana”…
– ¿Ustedes me ven cara de fiel televidente de ese canal o de fiel lector de ese pasquín?
Ojos entornados y mohínes de disgusto. Silencio… que están durmiendo los nardos y las azucenas…
– Entonces ¿tengo que irme sin echar combustible y esperar a que vuelva a tocarme dentro de dos semanas?
– Lamentablemente sí… COMPAÑERO…
– ¡¡¡ Compañero ni pin… !!!
¡Me sentí tan digno, tan respetado y tan querido en este país que amo!
Media vuelta y salí como bola por tronera llenando de malas palabras a tantas lumbreras que atiborran nuestras vidas de estas chucherías. A esos que no hacen ni una puta cola porque mandan a sus choferes a que se achicharren en ellas o porque servician sus modernos autos en gasolineras muy especiales y ocultas. A los que ordenan no bajar las ventanillas. A los que idean tantas molestias para el vulgo porque ¿para qué hacerlo fácil cuando puede hacerse difícil?
Les quiero, muchachones barrigones.
Lejos de mí.
De nosotros.