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Por Ulises Toirac ()
La Habana.- Fuerebonche: lo más notorio no es que una ministra de un ramo esté tan perdida (en su propio ramo) disponiendo, como se supone, de estudios, asesores y una mínima aptitud para desempeñar su trabajo. Esto, aunque escandaloso, no es lo más importante por mucho que pueda indicar una aberración del comportamiento de los ejecutivos a su nivel.
Lo más… sintomático es el automatismo de la Asamblea. Se supone que en una Asamblea de Diputados la observancia a las necesidades de los representados y a la Nación misma, sea la médula. No van allí a tomar café y a estar de acuerdo. Se gastan muchos recursos para reunirlos, hospedarlos y alimentarlos, si el objetivo es aprobar sin tropiezos cuanto documento, ley, estudio o discurso se haga.
Y en este caso se puso de manifiesto un comportamiento lesivo al espíritu mismo de una Asamblea Representativa. Se dió a discutir una aberración enfocada aberrantemente y todo fluyó suave como la brisa. Nadie siquiera se paró indignado y salió dando un portazo.
La famosa «unidad» demuestra que al final debilita e inmoviliza, convierte en reaccionario un objetivo porque silencia y criminaliza el disenso. Esta (y no otra) es la raíz del problema. La represión del disenso dictó el comportamiento de las comisiones. «Gracias, Ministra, muy esclarecedor su estudio» clap clap clap.
Y es práctica . Ni siquiera habitual. Total. Demoledoramente total. Cada pata que se ha metido lleva la aprobación y el aplauso de «nuestros representantes». El miedo a disentir, a oponerse, a incomodar. Porque además de ser impropio y estar sesgado desde la misma conformación de la asamblea, está criminalizado.
Y en otras épocas pasaba «inadvertido» y no era objeto de escrutinio público. Hoy en día a la complejidad de la realidad social (más enconá que un vello púbico), se suma un novedoso y voraz escenario comunicacional que no deja pasar una aunque se trate de ocultar. La suma de errores logra aquello de «apuntar pal Morro y darle a la Cabaña*.
El inmenso cambio que implica solamente evitar algo así en lo sucesivo, es algo que está fuera del tapete. El control parece ser más importante que la supervivencia del sistema, aunque prevalecer, contradictoriamente, funcione como primer y único objetivo.
Hace rato lo dije y hoy lo repito: » el enemigo es la realidad».