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Por Eduardo González Rodríguez ()

Santa Clara.- El Reparto José Martí, en esta ciudad, es un experimento, estoy seguro. O una breve muestra del experimento mayor que se hace en municipios y ciudades.

Es una pequeña muestra de lo que puede soportar un hombre, un padre de familia, un ser elemental que ya no espera respuesta de los hombres ni milagros de Dios.

Ya no soy el héroe de mi hijo y ese no es el problema. El asunto es que él sí necesita respuestas y milagros -¡es un niño, cojones!- y muy pronto tendré que responderle, como se le responde a un hombre y van a tener que ponerme tras las rejas.

«Aquí nunca hay luz» me dice, y ya me aburre sonarle las mismas mentiras que me suenan a mi en noticieros y periódicos.

Ya es imposible dormir, ya es imposible suponer que no es una tortura consciente o un juego de dados para saber qué individuo, qué barrio o qué ciudad explota primero.

No sé, pero ahora mismo, cansado, sudado y muerto de sueño, siento que soy una granada.

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