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¿Independencia? No me hagas reír, Canel

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Por Oscar Durán

La Habana.- Miguel Díaz-Canel ha dicho —con la misma seriedad con que se promete comida en las bodegas— que a Estados Unidos lo que le molesta de Cuba es su “verdadera independencia”. Que el problema es que en la isla no gobiernan las transnacionales. Hay salud y educación gratis, y no se le pide permiso a nadie para condenar “los crímenes de Israel y Estados Unidos contra los palestinos”.

¿Verdadera independencia? ¿En serio? Si algo caracteriza al régimen que preside este señor es su dependencia crónica: del petróleo que manda Maduro, del arroz que regala Vietnam, del pan que viene de México y de las promesas que hacen los rusos. Aquí no hay independencia. Hay mendicidad disfrazada de heroísmo.

Son unos cínicos

Díaz-Canel está en la lista negra del Departamento de Estado, junto a los militares que ordenaron reprimir a muchachos con carteles de “Patria y Vida”. También están los jueces que firmaron condenas sin pruebas y carceleros que aún hoy torturan a los manifestantes del 11 Julio de 2021. En lugar de aceptar que eso es un acto de justicia mínima contra quienes han hecho de Cuba una prisión sin barrotes, el tipo se victimiza y saca el viejo panfleto de la dignidad revolucionaria.

A Estados Unidos —y a medio planeta— no le molesta que Cuba sea independiente. Le molesta que sigan en el poder una sarta de cínicos que hablan de moral mientras destruyen a su pueblo. También le molesta que mientras en La Habana no hay una aspirina, el presidente se fume un Cohiba en Roma con el hijo de Lis Cuesta. Además, le dice al Papa que todo va bien.

La “salud gratis” que menciona Canel es un chiste macabro: hospitales sin agua, médicos que escapan a la primera oportunidad, jeringuillas recicladas. Y la “educación” gratuita, otro fraude: aulas sin tizas, maestros que no alcanzan y libros con más ideología que contenido.

Y encima nos quiere hacer creer que condenar a Israel da puntos de decencia. Como si con eso se borraran los crímenes contra los Ferrer, los Osorbo, los Perdomo. Señor presidente, usted no tiene cara para hablar de derechos humanos. Ni usted, ni Bruno Rodríguez, ni López Miera, ni ninguno de los que firmaron la represión.

Si no fuera por el miedo…

Nicolás Maduro han salido a respaldarlo, como buen miembro del club del fracaso. Lo que no dice Maduro es que también reprime, encarcela y vive con miedo de que el pueblo venezolano, algún día, despierte del todo.

En Cuba no hay independencia, hay miedo. No hay soberanía, hay hambre. No hay dignidad, hay silencio obligado. Lo que molesta no es su “autonomía”, señor presidente. Lo que molesta es que usted se crea su propio cuento.

Y que todavía tenga la desfachatez de escribirlo en X. Todo esto, mientras su pueblo hace colas kilométricas por un muslo de pollo congelado de hace tres años.

¿Congelado dije? ¿Con qué corriente?

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