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Carlos Cabrera Pérez
El botellero Abel Prieto Jiménez -ejemplo de involución de joven inquieto y crítico de Machado Ventura a comisario político- acaba de anunciar la colocación de Amaury Pérez Vidal, bajo el cobijo de la Casa de las Américas, para seguir sobremuriendo en la subguara y garantizarse algunos viajecitos al año para desafiar al bloqueo imperialista; mientras persiste en la trova.
Prieto asegura que Pérez desarrollará proyectos relacionados con la trova, pues ambos son enemigos declarados de los nuevos ritmos urbanos al que el joven nuevo se ha entregado con frenesí, así que todas esas acusaciones de vulgaridad contra el Reparto, Hip Hop, Rap, etcétera, solo evidencian la cochambre en que la revolución, que ambos botelleros defienden, convirtió a Cuba, aniquilando el orden burgués republicano de donde bebió la nueva trova e hizo posible décadas prodigiosas de boleros, mambo, chachachá, son y changüí.
Como la revolución es opaca, ignoramos el sueldo del presidente de Casa de las Américas y de su flamante asesor, ese trovador ensimismado que mezcla la brujería con Fidel Castro, del que asegura haber sido amigo,;en otros de sus inventos recurrentes, apoyado y tolerado por Díaz-Canel,su esposa viajera y otros miembros de la subguara.
Fidel tenia pocos amigos y trataba al personal, con el estilo desconfiado de Birán y Santiago de Cuba; además de sus viejos recelos contra el arte y otras manifestaciones humanas que le eran tan ajenas como la mariconería y la televisión, según sus propias confesiones en reuniones cerradas.
La inclusión de Prieto y Pérez en el imaginario poder castrista obedeció a la necesidad de los hermanos Castro de lanzar nuevas serpentinas para las glorietas, tras la desaparición de la URSS y el Muro de Berlín, simples regates de viejos conspiradores, que conocían la obediencia de ambos y su conversión furiosa en servidores para aliviarse de los rigores del Período Especial en Tiempos de Paz.
Una de las carencias del castrismo es que reprodujo visión y estilo del máximo líder, creando pequeños grupos de favorecidos con un elegido al frente, fueran médicos, deportistas, funcionarios y artistas; entre otros colectivos, a los que pagaban un salario y garantizaba una casa con teléfono y un carro y pare usted de contar porque la pasión jesuita implica subordinación militar y simulación de pobreza, porque nada enfurecía más a Fidel Castro que un compañero se corrompiera.
En una sociedad democrática, Prieto y Pérez serían ciudadanos anónimos con idénticos deberes y derechos que el resto de los ciudadanos, pero ni uno ni otro habrían podido vivir con el confort material del que disfrutan por guatacas del poder real y sofocadores de revoltosos; que no es el caso de Silvio Rodríguez y el difunto Pablo Milanés, que habrían podido vivir fuera de Cuba con los derechos de autor se su obra lírica.
Prieto es uno de los esbirros culturales más conspicuos del tardocastrismo y desde que murió Iroel Sánchez se convirtió en casi la única voz de la ñoñería oficial y tracatán de yumas con derecho a privilegio como Ignacio Ramonet, quien en el resto del mundo ya no pinta ni da color; pese a los esfuerzos del Grupo de Puebla por sostenerlo.
Pérez es un simple sargento del entramado totalitario y cultiva una calculada ambigüedad, especialmente cuando visita Miami para ver a familiares y amigos y reponerse de la fatiga de tanto fingimiento baldío porque se aprovecha de las migajas del poder, que nunca se ha fiado del trovador y de quien posee voluminoso expediente por un día debe fusilarlo por razones humanitarias.
En Con dos que se quieran dio rienda suelta a su capacidad manipuladora y en una serie de memorias en Juventud Rebelde contó cómo le tumbó unos botines a Juan Manuel Serrat; el tumbe es la verdadera ideología castrista, así que no debemos azorarnos ante tanto descaro.
Prieto y Pérez no son excepciones, sino meros fusibles de los sistemas totalitarios, donde abundan los practicantes del pragmatismo que prefieren vivir de rodillas a morir de pie; aunque ya hoy todo tenga un tono menos dramático porque el castrismo se pudrió e infectó a Cuba.