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Cubeta vs Canales

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Por Ulises Toirac ()

He hablado antes de uno de mis primeros viajes, que fue a México. Específicamente a Campeche (ivitado por la Universidad de esa ciudad de la Península).

Y también he dicho que fue una experiencia brutal en muchos sentidos, Fue alli (y no en EEUU) donde «choqué» por primera vez con una tienda GRANDE y fue de descorchaojos la cosa. Imaginense caer de fly desde La Habana de 1998 a un almacén de esos.

Repleto de «consumismo imperialista» de to tipo. Y una de las cosas que mas me sorprendió fue que la primera vez que fui, andaba yo comiendo m*** mirando los estantes… Tu sabe «¿Y esto qué coño es?» Y de repente justo detrás de mi arrancó una ranchera con mariachis «pura cepa» metiendo una trompeta que me tiró al piso de la primera nota.

Muchas veces estuve yo en ese viaje como el guajiro que llega a la urbe. De hecho voy a confesar algo que nunca he hecho público. Jamás me burlé de los cuentos de mi querido Antolín con los baños de aparatologia rara y voy a explicar porqué:

Al llegar a Campeche me hospedaron en un hotelito pequeño pero muy cómodo. La Uni alli no es cualquier cosa. Tienen. Así que el hotelito, de cuyo nombre NO PUEDO acordarme, era una maravilla no demasiado ostentosa, pero pa un cubanito de veinte y tantos que nunca habia estado ni en el «Pasacaballos», era una sabrosura.

A cubetazo limpio

Cuando me instalaron, me llamó muchisimo la atención que en la bañadera había un tv. No grande, pero había un tv encima de la bañadera. Con el botones que me llevó los bártulos a la habitación, enseguida me descoqué en preguntar. Tenía control remoto lógicamente (otro «no visto antes») y pa qué. Satelite, canales… La cabeza mala mala mala mala.

La cosa fue que no me fijé (o no me dijeron y no pregunté) como era lo de pasar el agua que salía pa abajo en la bañera, pa arriba, pa la regadera. Y después de quedarme solo comiendo muuuucha mierda con los televisores de la habitación (eran dos). Decidí bañarme.

A duras penas logré que el agua saliera por debajo en la mezcla de temperatura adecuada, pero de ahí a que saliera pa arriba… nada. Y como si la vida te da limones… decidí llenar la bañera con las sales y toda la mierda y zambullirme en el agua tibia a mirar tv. Hasta unos pocos días antes de regresar para Cuba no me atreví a dejar la guajirancia y preguntar. Estuve casi tres meses zambullido.

Contrario a Antolín, yo estaba solo y, además, me hice de una cubeta. Cuando decidía concluir mis «zambullidas», quitaba el tapón de la bañera, abría el grifo con la mezcla… y me enjuagaba a cubetazo limpio.

Lo gracioso fue la cara del conserje cuando le pregunté luego de llevar en el hotel tanto tiempo…

PD.: la foto es de aquel viaje y es la única que conservo.

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