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Por Sergio Barbán Cardero (Respuesta a una publicación en Facebook de Montoto RG)
Miami.- Tú eres un manipulador. Yo no estoy hablando de ninguna prohibición por parte de Estados Unidos para viajar a Cuba. Me refiero a la negativa del régimen cubano a permitir que ciudadanos cubanos con otra nacionalidad (vivan donde vivan) entren a su propio país usando el pasaporte de su segunda nacionalidad. Esto aplica incluso cuando, por patriotismo, han decidido conservar la nacionalidad cubana.
Tú desvías el tema hacia Estados Unidos porque es lo que te enseñaron; a odiarlo. El adoctrinamiento que sufriste te enseñó a ver a los “yanquis” como enemigos, y por eso siempre buscas culparlos de todo.
No existe justificación legal ni moral para despojar a nadie de su nacionalidad cubana, salvo por renuncia voluntaria y expresa. Así que no vengas a justificar lo injustificable. Lo que estás haciendo es defender una arbitrariedad y, francamente, te comportas como un manipulador profesional.
Otra vez confundiendo al pueblo con la dictadura, la patria con el partido; apelando al victimismo para manipular emociones. No te conozco, pero da la impresión de que tienes mucho que perder. Defiendes con fervor esa resolución manipuladora impulsada por la dictadura cubana en la ONU. Una resolución que se aprueba gracias al intercambio de favores, promesas de cooperación médica o ideológica. Además, cuenta con el voto automático de países que comparten una postura antiestadounidense, más que un compromiso real con los derechos del pueblo cubano.
Hablas del embargo como si fuera la mayor violación de derechos humanos, ignorando que la opresión diaria, la falta de libertades, la represión, la censura, la miseria impuesta desde el poder, y la imposibilidad de prosperar libremente no son culpa del embargo. En realidad, son culpa del régimen que tú defiendes.
Cuba no es víctima de un castigo externo; es rehén de su propio gobierno. Esa dictadura que, mientras finge abanderar las causas de los pobres del mundo, ha sumido a su propio pueblo en la miseria más profunda. Incluso, se podría decir que es peor que la de la reconcentración de Weyler en 1896. La pobreza extrema, el exilio forzado, las cárceles llenas de presos políticos y la vigilancia sobre cada cubano hablan por sí solas. Eso sí es una violación monumental de derechos humanos. No se resuelve levantando el embargo, sino desmontando la dictadura.
Lo que realmente es una desvergüenza es que un cubano que ha perdido toda dignidad salga a defender una dictadura. Una que lo ha despojado de sus derechos fundamentales, de su libertad y, lo que es peor, de su dignidad como ser humano.
¿Hablas de vergüenza desde el derecho internacional? ¿En serio? La vergüenza más grande es tener que vivir bajo un régimen que no reconoce ni respeta el derecho más básico. Este es el derecho a pensar diferente sin ser perseguido, golpeado, o encarcelado.
Yo conservo mi dignidad, y por eso me fui de Cuba. No tengo que usar el periódico como papel sanitario, ni comer picadillo de cáscara de plátano, ni racionar el agua; que, por cierto, hoy ni siquiera eso tienen ustedes. ¿Y todavía vienes a hablar de “vergüenza”? ¿Por qué no atacas a la dictadura que te ha privado de lo más elemental para tu subsistencia?
Tú puedes repetir como loro las consignas del régimen, pero yo no necesito justificar abusos, ni rendirle culto al poder para sobrevivir. Vergüenza es rendirle pleitesía al verdugo que ha destruido a tu país mientras tú haces el papel de cómplice.
No me cites más a José Martí, él fue un firme opositor del socialismo autoritario y del comunismo. Aunque vivió antes de que se consolidaran los regímenes comunistas del siglo XX, sus escritos reflejan una clara desconfianza hacia las doctrinas que anulaban la libertad individual en nombre de una supuesta justicia social.
Una de sus frases más citadas sobre el tema es:
“El socialismo, como se le conoce hasta hoy, es una forma de la esclavitud futura.” ¡Qué visión tenía el apóstol! (José Martí, “La futura esclavitud”, Revista Universal, México, 1884). En ese ensayo, Martí critica duramente un texto del socialista inglés Herbert Spencer. Alerta sobre los peligros de entregar al Estado tanto poder sobre el individuo. Martí veía en esas ideas el riesgo de reemplazar la tiranía de los reyes por una tiranía colectiva. Esta sería más fría, más mecánica y destructiva de la dignidad humana. Y tú eres una muestra de la destrucción de esa dignidad.
Hay otro pensamiento de Martí donde te describe tal y como eres: “Los hombres no pueden ser más perfectos que el sistema que los hace triunfar; cuando ese sistema es malo, los hombres que de él se sirven son malos.”
Martí, en sus cartas y ensayos políticos, defendía un sistema republicano basado en la democracia. También abogaba por la libertad individual, el respeto a la propiedad y la educación moral del ciudadano. No estaba de acuerdo con la imposición de una igualdad forzada y administrada por un Estado absoluto. Martí no solo no era comunista, sino que anticipó y advirtió los peligros del colectivismo extremo. Defendía una república de hombres libres, no de súbditos ni esclavos del Estado.
He decidido responderte públicamente. Discúlpame por eso, pero no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Esta respuesta no es solo para ti, sino para todos los que, como tú, defienden esa dictadura. Es un régimen que, bajo el pretexto de una supuesta justicia social, anula la libertad individual. Así, somete a toda la sociedad a la esclavitud más completa de todo un pueblo.
Dices que no defiendes a la dictadura ni al socialismo, pero repites como un papagayo sus discursos y su retórica obsoleta. Culpas a Estados Unidos y al embargo de todos los males que hoy sufre el pueblo cubano. A otro con ese cuento.