Por José Walter Mondelo (Facebook)
La Habana.- Hace 75 años murió Babe Ruth, el Bambino, el más grande jugador de béisbol y el mayor slugger de la historia. Su legado es inconmensurable.
Su camino a la gloria, sin embargo, fue áspero y difícil. Tuvo una infancia muy dura.
Hijo de inmigrantes alemanes, su padre atendía una taberna y su madre estaba casi siempre enferma. No pudieron darle al chico la atención que merecía y pasaba los días en las calles, casi no iba a la escuela, mascaba tabaco y hasta tomaba whisky. Los Servicios Sociales de Baltimore lo consideraron un niño “imposible”, y a los 7 años fue enviado a una escuela para niños difíciles con problemas familiares graves, la “St. Mary’s Industrial School.” Sus padres intentaron que volviera a casa hasta siete veces, pero siempre los servicios sociales lo devolvían a St. Mary.
Allí conoció en 1904 al Padre Mattias, un hombre que le marcó la vida, la figura paternal que nunca tuvo en casa. Años más tarde Ruth dijo de él: “Me enseñó a leer y escribir, me mostró la diferencia entre el bien y el mal.” “Fue el padre que necesitaba, y el hombre más increíble que he conocido nunca.” Y fue quien le enseñó a jugar al béisbol, la forma de batear, y de correr las bases con pasos rápidos y cortos. En St. Mary jugó de todo, de pitcher, catcher, infielder, outfielder. Todas las posiciones le parecían bien, él sólo quería una cosa en la vida, jugar al béisbol.
A los 18 años, se le permitió salir del internado. Los Baltimore Orioles se fijaron en él, y firmó con un equipo de las Ligas Menores de esta franquicia. Fuera del terreno de juego era un océano de problemas, pero cuando entraba en el campo todo era diferente. Su talento para lanzar y batear era evidente.
Los Orioles necesitaban dinero, así que lo traspasaron a los Boston Red Sox.
Primero lanzador y bateador con los Medias Rojas de Boston, y a partir de 1920, outfielder y bateador con los Yankees de New York, Ruth se convirtió en el jugador más carismático y popular del béisbol.
De 1920 a 1931, 12 temporadas, el Bambino lideró la Liga Americana en Slugging 11 veces, en Home Runs 10, en Walks 9, en OBP 8 veces, en carreras anotadas en 7. En seis de esas temporadas bateó por encima de .370. “Si en lugar de buscar tanto el bateo poderoso hubiera ido a batear sencillos creo que mi average de bateo hubiera estado en .600.” Hasta apareció un adjetivo, “Ruthian”, que era colosal, prodigioso, magnífico, poderoso.
Ruth revolucionó al mundo del béisbol, ante ante los ojos de todos los fans. El deporte del diamante cambiaría para siempre y nunca volvería a ser igual. Era el personaje más famoso del país, la gente a la que no le interesaba nada el deporte iba a los estadios sólo para verlo a él. En 1919 se empezó a jugar los domingos al béisbol en Nueva York, eso llenó los estadios de familias que iban a ver a la leyenda viva. Todos querían conocer las historias de Babe. Fue el rostro de los Estados Unidos, la cara que todos conocían.
Como bateador, Ruth consiguió un average de .342, además de 2,873 imparables, 714 cuadrangulares y 2,217 carreras, y lideró la Liga 12 veces en jonrones a lo largo de su carrera.
Cuenta la leyenda que Babe Ruth edificó su legado entre hot dogs y cervezas. De hecho, se dice que una vez comió 24 hot dogs en el intermedio de partidos en una jornada doble.
No olvidó nunca lo que sufrió durante su infancia, y quiso ayudar a los niños que pasaban lo mismo que el padeció. Organizaba comidas y partidos de béisbol para los niños huérfanos en su granja, les regalaba guantes, pelotas y bates. Iba antes de los partidos de los sábados por la mañana en Fenway a ayudar a los niños a vender sus bolsas de cacahuetes, porque estos se llevaban una comisión por cada bolsa que vendían. Luego en New York hizo lo mismo: donó dinero para niños pobres, visitaba los hospitales infantiles, y siempre estaba rodeado de niños, firmando autógrafos y pelota de béisbol.
Hasta hoy, sigue siendo el Número 1 en el corazón de los aficionados. Aún es el primero de todos los tiempos en dos rubros estadísticos: Slugging (.690) y On Base Plus Slugging (1.1.64), considerados las mejores estadísticas para medir el rendimiento ofensivo de un bateador en el béisbol.