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Por Arturo Mesa ()
Atlanta.- Debería haber vergüenza, pienso yo, como cuando a uno le ofrecen un trabajo para el que no está capacitado y por vergüenza, lo rechaza.
Pero no la hay, aunque la opción es sencilla: ¿puedo hacerlo bien o no? Yo me niego a aceptar trabajos así por el impacto que mis decisiones puedan tener en otras personas. No se trata de mí ni de mi remuneración, se trata de los demás.
Por lo que está pasando mi país es vergonzoso, bajo y triste. Un líder verdadero ya hubiera renunciado, buscado ayuda, se hubiera rodeado de gente que sabe, no sé, pero sumir al pueblo en la desesperación de amanecer con lo que haya y esperar lo peor siempre, es criminal y poco menos que humillante.
Para esa miseria no fue elegido ningún mandatario, ningún mandatario tiene el derecho de cinco años después mostrar todos los índices peores que antes de su gestión.
Pero todos lo saben y se vacía el país y no importa. Este no es país para viejos. Aquí sí aplica la frase, y mientras imbéciles engreídos sin un ápice de amor por el pueblo se deleitan en fiestas, viajes y ridiculeces el pueblo no tiene nada.
El presidente, mientras, tiene la desfachatez de seguir apuntando al bloqueo y ni siquiera se da cuenta que con cada uno de sus decretos está bloqueando todo desarrollo a la iniciativa privada que pudiera resolver lo que sus ministerios no pueden.
¿Qué culpa tiene una familia entera de la ineptitud de los autoelegidos para gobernar el país si no tienen ni el recurso legítimo de sacarlos del poder y soñar con otra etapa? ¿Cuántos años más va a durar el experimento de humillación y destrucción de cuanto útil pudo haber habido en un momento?
¿No son los padres, los gestores, los máximos responsables del bienestar de la familia? ¿Cuál de nosotros pidió vivir en “su socialismo”? ¿Por qué no renuncian en masa de una buena vez de forma que la reconstrucción termine al menos en este siglo?
Este va a ser el gobierno más destructivo e inútil de la historia y lo que los salva hoy, es el miedo y la doble moral de los hambrientos (el alimento como arma de dominación). Las consignas y las denuncias que hay que aguantar, son ganancia de tiempo para ver si del cielo cae una donación más con la cual asirse al poder.
Pero la cobardía mayor radica en saberse ineptos y aún así mantener el poder porque en su ineptitud, saben que ni de limpia calles obtendrán un empleo y no se merecen ni la luz de la oficina en donde trabajan.
¡La cobardía radica en ver cómo se destruye cada infraestructura del país y enfocar la prensa cobarde y servil hacia lo que sucede al Norte o en una Palestina que ninguno de ellos ha pisado!
¡Qué ruin y mísera es nuestra prensa y todos (dije todos) los que siguen cobrando míseros salarios a partir de la mentira cotidiana! ¡Cuán difícil puede ser darse cuenta de a dónde deben ir los recursos! !Cuán difícil resulta mirar en derredor y percatarse que no los rodea un solo joven pensante con dignidad y ansias de ayudar y que no tenga en la mirilla largarse del infierno que han construido tan revolucionariamente.
Todos se van porque lo que toca ese gobierno hoy, se hace mierda mañana y siguen en sus falacias y mentiras, desde la misma cancillería hasta el último ministerio amamantado por el Partido de la destrucción. Ni siquiera pueden controlar las payasadas de sus propios hijos que se burlan de todo en las narices del sacrificado y del trabajador.
Vergüenza debería darle a cada ministerio y a cada medio informativo de lo que sucede y más vergüenza debería darles cuando tienen que reproducir como papagayos el discurso oficial cuando saben perfectamente que todo es un engaño y una enorme falta de intelecto.
¡Fuera de una vez! Llévense todas sus prendas pero no asfixien más al indefenso trabajador.