Por Jorge Sotero
La Habana.- El buen amigo y colega Oscar Durán me pregunta si creo que Cuba tocó fondo y que, cualquiera sea mi respuesta, le dé mis argumentos, para saber qué pienso de la situación en la isla y lo que puede ocurrir en el futuro, aunque no sean tan inmediato.
Los más optimistas, amigo Oscar, creen que está en la sima, en la parte más baja del barranco, a donde ha ido despenándose por años, décadas, y consideran que es lo más bajo que puede caer, para iniciar luego un camino de recuperación que nadie sabe tampoco cuánto puede durar.
Esa es la posición de aquellos que siempre creen, de los que culpan de todo al supuesto bloqueo estadounidense, de quienes apuestan por un alza momentánea del turismo, que se producirá como por arte de magia, y que permitirá al castrismo contar con divisas para surtir tiendas, reparar termoeléctricas, adquirir insumos para hospitales y escuelas, comprar alimentos y medicinas… todas esas cosas que faltan en Cuba.
Otros piensan que aún puede bajar un poco más en el foso, que el dólar puede ganar aún más precio ante el desvencijado valor del peso cubano, que aún los habitantes del país tienen que pasar más necesidades, más hambre, sufrir más penurias, traducidas en la casi extinción del transporte público -más de lo que está ahora- la ausencia cada vez más notable de electricidad y algunas de esas otras cosas que tendría que atravesar el país ante el agravamiento de la crisis.
Pero yo creo que aún falta un trecho largo hacia abajo para llegar al fondo, al definitivo. No tengo certeza de cuánto tiempo puede demorar. Hay cosas que lo acelerarían, pero aún falta un poco para caer a lo más bajo posible, que sería lo que marcaría la estampida del castrismo y la toma del control por un nuevo gobierno, el que nos llevará, de alguna forma, a comenzar un período de recuperación paulatina.
¿Qué puede acelerar ese proceso? A todas luces no será el hambre, porque el cubano sobrevive a duras penas desde hace más de dos años y la escasez de alimentos no ha provocado ninguna revuelta, más allá de aquella del 11 de julio de 2021. Tampoco la falta de medicamentos. Incluso ni la represión. Pero el incremento de cada uno de esos aspectos, puede acercar, paulatinamente, a Cuba al fondo del pozo.
Pero la caída sería lenta, suave, sin saltos bruscos, porque ya no hay nada que pueda producir un resbalón notable, a no ser el colapso generalizado del sistema eléctrico. Si eso ocurre, si el país se queda sin electricidad de pronto, de ahora para ahorita, sin posibilidades de restablecerlo, por falta de combustible o por una cadena de roturas en las plantas generadoras, sí habrá una caída precipitada al fondo.
Porque, para mí, el fondo sería el final de todo. Y marcaría el momento justo del despegue, por más que demore.
Por eso, amigo Oscar, creo que aún no estamos en el fondo, que falta algo, que tal vez no sepa explicar correctamente, pero que tiene que ver con muchas cosas.