Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.- Demasiado revuelo con Ferrer y su pacifismo. ¿El problema? Lo canonizaron. Un tipo con muchas virtudes, sí, pero humano, lleno de defectos, con errores e imperfecciones, casi como cualquiera de nosotros.
Esa postura es como comer basura con cubiertos de plata; no sirvió, no sirve, y él lo sabrá en su momento. Ha estado en un ambiente controlado demasiado tiempo, y no tengo dudas de la clase de ‘taller’ que le han metido. Igual, si le nace del alma, está jodido igual. ¿Hermandad con quién? No me jodas.
Igual, suelten el tema. Hay mucha gente que tiene claro que eso es un mojón. Si después del shock de las golpizas post-11J, después del «Díaz-Canel», se hubiera recogido pita, los presos estarían en la calle y habría habido cambios sin necesidad de interlocutores.
Pero casi cuatro años después… ¿Después de Archipiélago? ¿Después de los actos de repudio y todos los créditos acumulados en la carrera de Singao pa’ quién tú sabes? No jodas.
En mayo le dije a dos personas que estimo mucho—entre ellas a un personaje que cada vez que escribe fluye más MIERDA en los baños de Línea y A (saludos a la contrainteligencia)—lo siguiente: «El plan de los… Limones es convertir Cuba en una Corea del Norte tropical si gana Trump, o evaluar un acercamiento si gana Harris».
Lo de Corea del Norte no me lo creyeron. También les dije que, en ese escenario, a mediano plazo nos iría mejor, porque este barco va sin capitán, solo con aprendices que nunca dejaron practicar. Y aquí estamos: un intento chapucero de Corea del Norte, pero con el Yuma a dos cuadras y sin capitán.
¿El ídolo de ellos? No hay. El sangre verde no es precisamente respetado, el títere no puede improvisar si se le jode el teleprompter, y la piedra sería un baño público si no estuviera llena de guardias. Por cierto, hace poco uno se desmayó.
Que Ferrer haya metido mojón no significa que sea del G2, ni nada más allá de que estaba comiendo un poco de mierda.
Nosotros no necesitamos un ídolo. Ni siquiera un líder, con la pila de complejos que hay por ahí, eso estorba. El problema es que, para nosotros, un líder se vuelve una diana, el centro del tiro al blanco, de ellos y de nosotros. Por eso estamos jodidos. Pero cada vez menos. Y aunque no lo parezca, mientras más jodidos estamos por un lado —y es evidente que lo estamos—, por el otro, ese, el de encontrar una salida, está más despejado el camino.
Esto no suena bonito pero es así, ya cosas bonitas quedan pocas.