Por Laritza Camacho ()
La Habana.- Todos nos preocupamos y queremos saber del otro, del que se fue lejos o del que dejamos atrás, pero en este proceso hay cosas muy curiosa, que vale la pena analizar.
Mientras el cubano está en Cuba, se observa un rechazo cada vez mayor a informarse por los medios oficiales que le resultan generalmente escuetos, faltos de objetividad, llenos de discursos dirigidos, parcializados y altamente politizados.
En cuanto el cubano sale de Cuba, busca esos mismos medios de información, o periódicos, que antes apenas leía y se los bebe, porque necesita saber de su tierra por todas las vías posibles.
También continúa la lectura de aquellos otros, más o menos igual de politizados, dirigidos y parcializados (aunque atractivos) que un día le enseñaron la otra cara de la moneda.
Al mismo tiempo se le abre al cubano un universo inmenso de posibilidades para contrastar los datos, urgar, recorrer caminos y no solo redescubrir Cuba, sino abrirse al mundo.
Empieza a conocer de primera mano otros sistemas de salud, otros policías, otros sistemas electorales, otros canales de televisión, otras profesiones, otros climas, otros salarios… y un día no sólo lee o escucha; comienza a opinar, a decir lo que piensa, lo que ve y descubre que eso es posible, enriquecedor y bueno.
La moneda de una sola cara no tiene valor, es falsa, nadie la guarda en su billetera. La información de una sola cara es también una moneda sin valor de cambio.
Se puede hablar eternamente de la «explotación del hombre por el hombre» pero, tal como está el mundo, hay que abrirse a la «información del hombre por el hombre», porque los humanos necesitan estar informados y tener libertad de pensamiento; porque un hombre desinformado, total o parcialmente, deja de ser humano para convertirse en un animal de carga, totalmente vulnerable para ser explotado, una vez despojado de uno de sus derechos elementales.
Quién no la debe, no la teme.
Si los plátanos que salen en un noticiero, están de verdad en el agro, no hay que preocuparse de los «ataques mediáticos»… creo yo.