RAMIRITO, PENÚLTIMA BALA DE LAS PATRULLAS CLICK

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Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- La casta verde oliva y enguayaberada ha anunciado que Ramiro Valdés Menéndez supervisará el enésimo programa gubernamental de oscuridad; encargo que carece de novedad porque forma parte de sus tareas como viceprimer ministro.

Que la dictadura más vieja de Occidente asigne esa tiñosa al anciano Comandante de la Revolución, revela la combinación de egos con el fracaso de la política de cuadros del castrismo, pues si Cuba fuera un país normal, no habría apagones y la supervisión eléctrica correspondería a una persona en edad activa y no a un señor de 92 abriles.

Si la apuesta que deseaban era experiencia y autoridad, el compañero Marcos Portal León sigue vivito y coleando y es probablemente el castrista que más sabe de energía y que formó a decenas de cuadros, incluido el actual ministro de Energía, que está más quemado que el pan 26; siempre es 26, del horno de la canción infantil.

Pero claro, rescatar a Portal implica una desautorización al comandante en jefe; la dependencia psicoafectiva del tardocastrismo con el referente invicto, es un lastre para Cuba, porque cualquier decisión pasa por el tamiz del peso político y el embustero refrán de que esto, con Fidel, no pasaba.

Mientras no haya dinero para construir termoeléctricas, renovar a fondos las menos viejas y pagar puntualmente el combustible, ya pueden encargar a la santera de La Güinera que evoque a los espíritus de Edison y Nikola Tesla, que saldrán echando en cuanto vea el Latino apagado, La Rampa tilitando y los helados chorreando.

Cuando Raúl Castro anunció que se iba a casa; con un pie en el estribo de Palmiche, invitó cordialmente a sus contemporáneos a imitarlo, pero encontró resistencia en los compañeros José R. Machado Ventura y Ramiro Valdés; adversarios históricos, pero similares en ansias de hit parade.

Hasta ahora, la luz no se genera por autoridad ni méritos históricos, sino en equipos generadores que necesitan alimentarse de combustibles y estar en buen estado de mantenimiento técnico; requisitos que se incumplen ampliamente en el descampado flotante.

Por tanto, la absurda designación del comandante Valdés para la ingrata tarea es otra serpentina para las glorietas; tan del gusto del pan con na, cuando el comando CIA que está infiltrado en el Palacio de la Revolución desata su resistencia creativa y produce mermeladas sin frutas, aguas ni azúcar.

Obviamente, el fracaso de Ramirito, como jefe de las patrullas click, lo desgastará aún más políticamente; aunque los cubanos con memoria recuerden que fue excepción y no regla de la casta, cuando afrontó las protestas populares del 11J en Palma Soriano, a pie de calle.

Ramiro fue siempre el utilitis de Fidel Castro; nunca de Raúl, que talló su sustitución como ministro del Interior, en su segunda etapa, manipulando las insubordinaciones de aquellos generales y coroneles testarudos y con expedientes llenos de méritos revolucionarios, a los que luego asesinó políticamente, en el saturniano verano de 1989.

Con Ramiro y sin Ramiro, la mayoría de los cubanos seguirán padeciendo oscuridad y tinieblas, porque no se trata de nombres, sino de la crisis general del comunismo de compadres que asola a Cuba.

Las crónicas abundan en los efectos perversos de los apagones sobre las personas; eso que la burocracia llama sector residencial, pero soslayando el impacto económico de la casi paralización de la industria y los servicios para que los cubanos no se lancen otra vez para la calle.

Algo no funciona, cuando una revolución que se proclamó faro semeje un destartalado quinqué hambriento de luz brillante para aliviar las tinieblas que acechan a los cubanos; que aún no se explican qué habrán hecho para merecer tanto castigo, oscuridad e indiferencia.

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