LAS MUJERES DE DÍAZ-CANEL

CUBALAS MUJERES DE DÍAZ-CANEL

Por Lily B. Ruano ()
La Habana.- Como todos los dirigentes cubanos, Miguel Díaz-Canel fue, y es, un mujeriego, alguien que se las arreglaba para acostarse con la mujer que quisiera, aunque hasta hace unos 20 años le juró amor eterno a Marta Villanueva, quien se lo creyó ciegamente, sin saber lo que ocurría por detrás.

Antes que Villanueva, Díaz-Canel se estrenó con una vieja conocida del mundo periodístico, Minoska Cadalzo, su novia desde Los Camilitos, y de ahí, probablemente, le haya llegado su pasión por los medios, la que ejercía en Villa Clara cuando era quien mandaba en la provincia. Cadalzo dice sin tapujos de que él fue el amor de su vida.

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Mónica Cadalso (izquierda)

Con Villanueva tuvo dos hijos, por los cuales regresó a la provincia en tiempos en los que Roberto Robaina lo sacó de Villa Clara y lo trajo al Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas. Los hijos eran pequeños y Marta estaba sola allá, mientras él trabajaba en La Habana, y para resolver aquel problema de una vez, Robaina le pidió a José Ramón Machado Ventura que le buscara algún trabajo en el partido provincial.

Roxana Donato

Roxana Donato

Machado lo comentó con Raúl Castro y ambos decidieron que era el momento de mandar a otras funciones a Tomás Cárdenas García y poner al entonces joven dirigente al frente de la provincia, para que volviera a su tierra.

Su regreso alegró a Villanueva, pero también a las amantes del secretario del Partido, entre ellas a Roxana Donato, su febril admiradora desde hacía muchos años, que se había sentido preterida en esos meses en que Díaz-Canel estuvo por La Habana y que aprovechó para estrechar sus relaciones con una mujer a la que siempre le tuve el ojo echado, la periodista de la televisión Fabiola López.

Fabiola López

Fabiola López

Díaz-Canel se inventaba cualquier motivo para que Fabiola, delgadita, carismática, inteligente, y alegre, fuera a Villa Clara. Él la llamaba, le decía que quería hacer una nota sobre esto o aquello y que solo confiaba en ella, a pesar de que en el telecentro santaclareño y en la emisora, tenía suficientes periodistas a su disposición. Lo del reporte era solo la coartada para llevarla a los cayos, al Hanabanilla, al Escambray o a cualquiera de esos lugares a los que se movía, incluso en helicóptero.

Fabiola, vale recordar, era casada, pero el esposo entendía aquello de «un pedido del secretario de Villa Clara para hacer un trabajo para la televisión», aunque ella nunca le decía al marido que era un pedido expreso de Díaz-Canel, sino de la dirección del partido en Villa Clara. Y felices todos. Villanueva estaba ciega o confiaba ciegamente en su esposo. Y así fue durante muchos años, aunque en ocasiones tuvo ataques de celos y hasta los trastos se tiraron.

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Cuando a él lo nombraron de secretario del partido comunista en Holguín, se rompió todo. No fue Lis Cuesta la primera holguinera que intentó enredar al forastero recién llegado, aunque las cosas más graves pasaron con ella, quien de pronto vio como su estatus cambiaba: de amante a esposa. Antes de la boda aquella, de fotos ridículas, Díaz-Canel intentó recuperar a Marta Villanueva, pero su respuesta fue lapidaria: «nunca más vas a estar conmigo. La cagaste, Miguel Mario».

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Cuando volvió a La Habana tuvo sus aventuras menores, alguna de ellas con chicas universitarias, en su nuevo rol de ministro de Educación Superior, hasta que lo pusieron de vicepresidente y se le acercaron otras mujeres. Una de ellas, Livia Reyes, se reprendió con él. Lo llamaba Díaz delante de todos, en una reuniones que hacían los sábados para analizar las estrategias comunicacionales de la semana, y ella se le prendía del brazo, algo que lo dejó muchas veces descolocado.

Livia Reyes

Livia Reyes

Al final, la Machi sobrevivió a aquellas cosas y siguió siendo la esposa, primera dama o no primera dama, con celos de cualquier cosa que hiciera el marido, pero sobre todo de una persona, Leticia Martínez, la jefa del equipo de prensa del mandatario, y tan cercana a él que hasta lo maquillaba para las presentaciones en televisión. Lo maquillaba tanto que a veces parecía ridículo. O casi siempre.

Leticia Martínez

Leticia Martínez

En su entorno cercano, el del presidente, meten las manos en el fuego por él, y dicen que nunca ha habido nada entre ellos, que él conoce a la madre desde hace mucho tiempo, de cuando ambos trabajaban en la Universidad Central, pero los más allegados a ellas aseguran que hay química entre ambos, y que si no ha ocurrido nada, ha sido solo porque él no ha querido.

Ella, como él, es casada, pero no dudemos que en cualquier momento se destape una nueva relación y aparezca una nueva primera dama.

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