Carlos Cabrera Pérez
Majadahonda.- El periodista Rafael Solano Morales (Cabaiguán, 1954) premio Rey de España, murió este martes en Madrid, debido a las secuelas respiratorias y cardíacas del coronavirus, informaron fuentes familiares a El Vigía de Cuba.
Solano contrajo el virus en 2020 y estuvo hospitalizado varios meses en el hospital de Alcorcón (sur madrileño), pero cuando recibió el alta estaba muy mermado físicamente y adelantó su jubilación de Radio Exterior de España, donde laboró desde 1996, cuando se exilió en la capital española.
Los premios que cosechó en su dilatada carrera radial dan una idea de su valía y autenticidad: “Llegaron de Canarias”, Premio España de Radiodifusión 1986, “El encuentro de los dioses”, Premio Rey de España (EFE) 1988 y “Concierto de Aranjuéz”, premio Tiflo 2000 de la Fundación ONCE.
El primer reportaje contaba la vida de emigrantes canarios en su natal Cabaiguán, el segundo, sobre el sincretismo entre la fe católica y los ritos animistas africanos en Cuba y el tercero, un homenaje al compositor español Joaquín Rodrigo.
En su travesía política tuvo menos suerte y tras veinte años como periodista oficialista, rompió amarras y se pasó al periodismo independiente junto con Raúl Rivero y otros fundadores del gremio en Cuba, experiencia que siempre calificó como un modelo de profesionalidad.
Tras varios años exiliado en Madrid y trabajando en Radio Exterior de España, donde lo acogieron como un consagrado, Rafa cambió de resgistro, bajó el nivel de críticas hacia el castrismo y comenzó a organizar su regreso definitivo a Cuba, donde llegó a comprar una parcela en San Miguel del Padrón para sembrarla de frutas y vegetales, pero la COVID 19 se interpuso en sus planes y quedó varado en Madrid, donde vivía junto a su ya viuda, su madre y un hermano.
Cuando nos juntábamos con Loyola y Roberto Paneque, que han sentido su muerte como la de un hermano, Solano abría su alma guajira y su sagacidad periodística y comenzaba a contar ,con esa manera tan suya suya de recortar palabras, citar nombres y anécdotas al dedillo y juntar los andares del Caballero de París y de Hipólito Tórres, el Capitán Descalzo, cuyo testimonio le valió para arrasar con los premios Caracol 1986.
Cada Estampa cubana de Solano en Radio Taíno era motivo para la celebración, la crítica -que nunca rechazó- y el interés de Gustavo Robreño Puente, una de las figuras más representativas y memoriosas de la cultura republicana, por su original apuesta en las ondas.
Solano tuvo el acierto de sintetizar, en su manera de hacer radio, la agilidad informativa de un reportero de calle con la indagación de lo más sano y vigoroso de la vida cubana, antes y después de la revolución.
Y nunca se apartó del periodismo hablado, siempre defendió la radio por encima del resto de medios y, cuando lo cuquéabamos, nos decía, hay redactores muy buenos que, si los pongo delante de un micrófono, no saben decir na…
Una sentencia que este noviembre duele porque su micrófono se ha apagado para siempre, como sus invitaciones a comer arroz con frijoles negros y algunas boberías, que era su reclamo para juntarnos en julio como en enero.