Por Oscar Durán
La Habana.- A ver, vamos por pasos para entender bien el actuar del marido de Lis Cuesta en estos últimos días. Primero: bota al Gobernador y Vicegobernador de Las Tunas por cosas que nadie sabe. Supuestamente fue por «violaciones en el ejercicio de sus responsabilidades», en el caso de Ernesto Luis Cruz Reyes, Vicegobernador tunero.
Todo esto fue en medio del apagón nacional y la inminente llegada de Oscar al oriente del país. Ningún medio oficialista dijo en concreto por qué Miguel Díaz-Canel destituyó a los dos dirigentes, solo publicaron una nota de tres párrafos de esa que no dice nada y para ellos dice de todo.
Segundo: ¿a quién le importó que Limonardo sacara de sus cargos a dos tipos que ni los mismos tuneros conocían? Como está el país, esa jugada fue muy estúpida. No sé si Canel quería desviar la atención por el tema de la caída del Servicio Electroenergético Nacional, o quiso hacerse “el tipo aquí soy yo” y “ninguno invente conmigo”.
En algún momento sabremos los detalles de esa película, quizás en boca de los protagonistas cuando les llegue el Parole y los entreviste el Canal 41.
Tercero: aquí me voy a detener porque el descaro del régimen cubano no tiene orden. Andan al garete, sin freno y loma abajo. Pregunto: ¿por qué Canel no botó al Primer Secretario de Guantánamo después del paso del huracán Oscar por las más oriental de las provincias cubanas?
Lo vivido en Imías y San Antonio del Sur fue un mal trabajo gubernamental. Incluso, varios pobladores se lo dijeron en la cara al Puesto a Dedo. Todo el mundo pendiente del apagón nacional y Guantánamo derrumbándose. Ahí están las imágenes, personas humildes que perdieron todo y quedaron a la suerte. Ahora mismo, Imías y San Antonio del Sur están viviendo el postapocalipsis.
“Aquí se han muerto una pila de gente. Estamos vivos de milagro”, dijo una señora llorando.
¿Qué estaba haciendo Yoel Pérez García, el Secretario del Partido, que no pudo, al menos, lograr una adecuada organización con el tema del huracán? Si al Gobernador de Las Tunas lo mandaron para su casa, a este señor, mínimo, hay que llevarlo preso.
Lógico, aquí Díaz-Canel se hizo el bobo porque también tiene culpa. Tres días antes del paso de Oscar, el Puesto a Dedo estaba en Guantánamo: ¿no pudo trazar una estrategia y dejarle orientaciones precisas a Pérez García sobre el inminente paso del evento natural?
Ninguno tiene cara. Todos son unos sinvergüenzas, empezando por Canel. ¿Cómo se entiende que hay dos dirigentes tuneros en plan pijama sin saber el por qué los botaron y el Primer Secretario de Guantánamo sigue en su cargo, a pesar de que el mundo entero conoce del desastre y abandono de miles de guantanameros con el tema del huracán?
Una última cosa: si con un huracán de categoría 1, convertido en tormenta tropical, el régimen no fue efectivo, con un Flora los cubanos terminaríamos nuestro paso por el planeta tierra. Sería un tiro de gracia.
Mientras tanto, el Primer Secretario guantanamero sigue en su puesto, con su barriga bastante inflada y pidiéndole a la gente de Imías y San Antonio resistencia y confianza en la Revolución.
No, Secretario. La palabra resistencia se debe sustituir por comida. Y cuando digas confianza, también la sustituyes por comida. O por corriente.