ISRAEL PONE A IRÁN CONTRA LAS CUERDAS

ACTUALIDAD GLOBALISRAEL PONE A IRÁN CONTRA LAS CUERDAS

Por Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- La muerte del líder de Hizbulá, Hassan Nasrallah, en un intenso y certero bombardeo israelí en Beirut, ha puesto a Irán contra las cuerdas, porque ha perdido a su principal aliado en la región y los ayatolás tendrán que elegir entre implicarse en una guerra a muerte contra Israel y Estados Unidos o mantenerse en la contención táctica para evitar su propia desaparición.

La ecuación es muy complicada porque, por vez primera en muchos años, un porcentaje notable de los iraníes apoyan a Israel y se han solidarizado con el gran enemigo del régimen que los aplasta, tras la agresión de Hamás, pero al mismo tiempo, chiíes exaltados claman venganza contra el enemigo.

Puede que la reacción de simpatía de una parte de la población iraní obedezca al viejo adagio del enemigo de mi enemigo es mi amigo, pero el fenómeno es tan notable, que Irán no ha podido ocultarlo y ha reaccionado al descontento visible en amplias capas de la población, colocando a un «moderado» al frente del gobierno; aunque con las manos atadas.

En una guerra es tan erróneo subestimar al enemigo, como sobreestimarlo y comienza a extenderse la impresión de que Irán, como era la Unión Soviética, con matices, es un gigante con pies de barro, incapaz de generar libertad y prosperidad en un país con vocación contemporánea, pero secuestrado por una casta política-religiosa.

Como Irán es adversario de Estados Unidos, el feminismo woke calla ante los ataques de los ayatolás contra las mujeres, especialmente las jóvenes, que son perseguidas y vigiladas por chivatos de barrios y ciudades, llevadas a juicio y condenadas, por no usar el velo.

Las últimas acciones de Estados Unidos e Israel contra Irán no han tenido la respuesta esperada y anunciada, pese a que se trata de hechos relevantes como fueron las cacerías del palestino Ismail Haniyeh, uno de los jefes de Hamás, en el corazón de Teherán, y las previas del jefe y su segundo de la elitista Fuerza Quds en Siria y Líbano, los generales brigada Mohamed Reza Zahedi, y Mohamed Hadi Haj Rahimi, respectivamente.

La muerte de Haniyeh en el corazón de Irán y en un hotel usado para alojar huéspedes extranjeros confirmó la debilidad de la Contrainteligencia iraní y Tel Aviv; experta en información tendenciosa, filtró que el atentado con bomba fue posible gracias a la colaboración de dos efectivos Quds que, previo al estallido, fueron exfiltrados.

En 2020, un comando estadounidense cazó, en Irak, al general iraní Qasem Soleimani, que encabezaba la selecta Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria.

Previo al ataque sorpresa de Hamás, en la región avanzaba el plan chino-estadounidense, con un primer arreglo entre Teherán y Arabia Saudí, y luego un acuerdo multilateral con Israel, basado en el conocido como Plan de dos estados para el conflicto israelo-palestino, que viene fracasando desde hace años y que tuvo su mejor oportunidad con la generosa oferta de Ehud Ólmert, que los palestinos de Al Fatah nunca respondieron.

Quizá al dirigente palestino Mahmud Abbas le pasó algo parecido a lo que vivió Raúl Castro con la mano tendida de Barack Obama, que «no encontró consenso» entre los suyos; aunque en el caso de La Habana, se sabe que los consensos suelen ser de arriba a abajo y que el convaleciente en jefe se opuso ferozmente.

Aunque muy debilitada, Al Fatah es la principal beneficiada indirecta de la guerra de Israel contra Hamás, su adversario interno y que la derrotó limpiamente en 2006, en unas elecciones promovidas por Estados Unidos, la Unión Europea y supervisadas por Tel Aviv; todos creían que las huestes de Yasir Arafat ganarían sin problemas y perdieron estrepitosamente, pero los comicios fueron anulados.

A estas horas, casi todas las partes admiten que la atrocidad de Hamás (7 de octubre) fue un error mayúsculo; incluso en sus propias filas hay voces que reclaman un cambio de rumbo porque quienes decidieron atacar no calcularon la intensidad de la  respuesta, que ya ha costado miles de vidas palestinas y libanesas, pero lo peor es que Tel Aviv ha ido combinando la negociación con el destrozo y como Hizbulá rechazó retirar a sus tropas noventa kilómetros de la frontera entre Líbano e Israel; cazaron a su líder y probablemente a buena parte de la cúpula.

Una muestra de la voluntad israelí de llegar hasta el final fue que mientras Benjamín Netanyahu hablaba a un vació foro de Naciones Unidas, sus jefes militares estaban perfilando el bombardeo para descabezar a uno de sus enemigos más importantes.

Paradójicamente, los burócratas de ONU y buena parte de los estados pensionados que viven a cuerpo de rey, en Nueva York, se ofenden con las visitas de dirigentes democráticos como Javier Milei y el propio Netanyahu, pero se enternecen con dictadores como Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel, que forman parte del Consejo de Derechos Humanos y otras regalías del tramposo y viciado sistema multilateral.

Observadores de todo signo coincidieron en señalar en que Israel no podía aguantar una guerra prolongada en tres frentes: Gaza, Líbano y Yemen, pero una economía que ostenta un PIB anual de 525 mil millones de dólares estadounidenses, un ejército y una seguridad élites y un pueblo formado en la idea de preservar la patria a cualquier costo resulta complicado de vencer por comandos suicidas y ejércitos con experiencia combativa, pero privado de la tecnología que exige la Guerra de las Galaxias.

El único ataque directo de Irán contra Israel, una lluvia de misiles, fue neutralizada con técnica estadounidense y Teherán no ha vuelto a intentar nada más; limitándose a dar apoyo logístico y político a Hizbulá y a los hutíes yemenitas, que son chiíes, con Hamás la guara es menor porque son suníes.

Ali Jamenei ha prometido venganza por la muerte de su socio Nasrallah; pero sabe que ya israelíes y estadounidenses lo tienen en la mirilla y que cualquier desvarío puede tener consecuencias catastróficas para su país y régimen; hasta ahora, se ha limitado a pedir una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En las próximas semanas, veremos si en Irán se impone el razonamiento de que es preferible un mal acuerdo a una buena guerra, donde tiene mucho que perder, pero con los regímenes de inspiración confesional es complicado determinar la facción dominante la construcción de consensos; excepto para Israel que -como es su obligación- los tiene penetrados hasta los huesos y ha descubierto que a algunos ayatolás y a algunos jefes de la Guardia Revolucionaria les gusta la gasolina en billetes verdes made in USA.

 

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