LA POBREZA AL LÍMITE

LECTURASLA POBREZA AL LÍMITE

Por Arnoldo Fernández ()

Contramaestre.- ¡Señor, señor, señor, mire esta sábana, está buena, nos da 500 pesos y es suya! La sábana era de uso, muy gastada, tenía algunas manchas.

¡Señor, por favor señor, necesitamos el dinero! Volví a mirar la sábana y no dije nada, entonces me pidieron un traguito de cafe, «no importa que esté frío, señor, no importa.»

Fui por el café de la mañana, lo tomaron como si fuera recién colado, luego querían regalarme la sábana, pero les dije que no, les dije que a ellos le hacía más falta que a mí.

Me dijeron, muy bajito, tan bajito que casi no los oigo, que no tenían dinero para comprar los mandados. Les di todo el café, todo, ellos me regalaron un poquito de maíz seco, no quise cogerlo, pero insistieron.

Me hubiera gustado ayudarlos, pero mi último dinero se había ido en comprar azúcar. ¡Qué triste! A ella se le veía su discapacidad, a él su diabetes.

Volvieron al camino, aún tenían esperanza de que alguien se compadeciera de su pobreza. Los vi alejarse, los vi hasta que desaparecieron; respiré profundo, muy profundo.

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