Por Jorge Sotero ()
La Habana.- El impuesto gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel ha copiado a su homólogo y amigo venezolano Nicolás Maduro y quiere adelantarle a los cubanos cosas que habitualmente dice el fin de año.
El anormal, pero también asesino, mandatario de Venezuela se creyó Julio César o el papa Gregorio XIII y decretó cambiar la Navidad para octubre, así sin más, solo para intentar ponerle freno a la cruzada en su contra, tras haberse robado descaradamente las elecciones de su país.
No voy a entrar al tema Venezuela, porque daría trigo para perdernos de la idea central. Solo lo mencioné para ir a unas declaraciones del Hombre de la Limonada, quien, en una reunión con unos subordinados somnolientos, habló de darle luz a los cubanos sobre lo que va a pasar el fin de año.
En el vídeo adjunto podrán escuchar lo que dijo, pero a mí eso de la luz me deja unas dudas tremendas, porque se presta para dobles interpretaciones. En un caso, puede ser luz eléctrica, porque después de meses de insoportables apagones, es capaz de prometer que habrá corriente las 24 horas, como mismo prometió que no habría apagones en el presente verano. O como ha dicho cada diciembre, desde que asumió el poder, que el año próximo será mejor, al más puro estilo bodeguero: «hoy no fío, mañana sí».
Lo cierto, lo de la luz que hay que darle al pueblo es una insinuación a comenzar a preparar a las masas para un año mejor, algo que ni él mismo se cree, porque, como verán en el vídeo, admitió que nadie se creía el inicio del curso escolar, que arrancó pese a la falta de decenas de miles de maestros, sin libros, sin pizarras, con el mobiliario en pésimo estado, y gracias a la ayuda de los padres en la limpieza de las áreas aledañas, de los baños, los techos…
El delfín de Raúl Castro -que sigue siendo quien manda en Cuba, desde su dorado refugio en Santiago de Cuba, donde no le falta nada y tiene más de un centenar de personas a su disposición, desde pantristas hasta cardiólogos- intenta mandar un mensaje positivo, y dice que a pesar de las carencias de combustible -que cada día son mayores- se sembró más caña que nunca y más comida.
Eso es mentira. Ese cuento se lo pueden hacer a otro, pero no a los cubanos de a pie, a los de abajo, que lo vemos todo igual, que sabemos que los campos tienen cada vez menos ganado, más marabú y que nadie se encarga de roturarlos para sembrar algo, y mucho menos cosas de comer. Solo en algunos lugares y campesinos aislados, trabajan para producir comida.
Y lo de la caña es otra mentira bestial. En lugar de sembrar caña, se han dedicado a parar los pocos centrales azucareros que quedaban en servicio.
Tan aburrido y pedante fue el mensaje de Díaz-Canel y tan alejado de la realidad, que los presentes se notaban incómodos, miraban hacia abajo y en sus caras no se podía observar ni un atisbo de esperanzas. Hasta el camarógrafo parecía molesto.
No dejen de verlo, pero no para que lo disfruten, como se dice siempre, sino para que lo sufran.
Así va Cuba, de mentira en mentira, un día sí y otro también.