¿QUÉ TIENE QUE VER CÉSAR CON LA MUERTE DE CÉSAR?

DEPORTIVAS¿QUÉ TIENE QUE VER CÉSAR CON LA MUERTE DE CÉSAR?

Por Fernando Clavero ()

La Habana.- César Pérez Cruz, el árbitro de béisbol oriundo de Guantánamo, se quitó la vida, un suicidio más entre los muchos que ocurren en Cuba cada año, para dolor de la familia del deporte, pero, sobre todo, para familiares y amigos.

Era un buen hombre, diáfano, alegre, conversador, de esos árbitros que suelen hablar sin tapujos de la profesión, contar historias y anécdotas de las cosas que ocurren en el diamante y que no todos están prestos a revelar. A fin de cuentas, es solo deporte, diría alguna vez.

Sin embargo, atentó contra su vida y murió. Y alguien que lo conocía muy bien me aclara que desde que se descubrió la trama del cambio de nombre del árbitro Ricardo Companioni en un partido de la Serie Nacional en Pinar del Río, por el cual sancionaron también a otro hombre honesto: Charles Díaz, todo cambió en él.

«No estaba bien de los nervios. Se le veía. Aquello del cambio de nombre lo afectó mucho, se sintió responsable. Era como si llevara un peso enorme por dentro y al final ese peso terminó por derrumbarlo. Y era un hombre fuerte, que nunca había estado así», comentó a El Vigía de Cuba un compañero suyo en el arbitraje, que prefiere, por ahora, mantener su identidad en secreto.

La fuente sabía que «César conocía de quien le dio la orientación de cambiar el nombre y aunque no estoy seguro de quién haya sido, pudo muy bien ser César Valdés», el jefe de todo el andamiaje arbitral y de nuevo un todopoderoso señor vinculado a las altas esferas, por su amistad no tanto con Juan Reinaldo Pérez -el comisionado-, sino con Miguel Díaz-Canel.

César Valdés se pronuncia: "tenemos un arbitraje de la media para abajo"La Comisión Nacional, si se refiere a la muerte, jamás dirá las causas que la provocaron. Ellos saben que tienen culpa, responsabilidad, e intentarán mantener las manos limpias, pero cada vez ocurren cosas que demuestran más que en Cuba todo es cuestión de mafias, y la del béisbol, en su apartado arbitral, es una de ellas.

Ojalá alguien investigue de verdad la muerte, interrogue a los familiares, a sus amigos más cercanos, y se descubrirán cosas, pero nadie lo va a hacer, porque si no se hizo con el Hotel Saratoga o con el incendio en la Terminal de Supertanqueros y la enorme cantidad de muertos que dejaron, menos lo harán porque haya muerto un árbitro.

César Pérez Cruz murió, se suicidó, y se llevará secretos a la tumba. Y el otro César -Valdés- seguirá haciendo y deshaciendo desde el lugar donde esté. Tal vez porque tiene en su currículo haber atacado a un aficionado que salió con un cartel en Camden Yard, cuando aquel partido entre la escuadra cubana y los orioles de Baltimore. Así funciona Cuba.

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