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Elier Suárez Ivanov
San Petersburgo, Rusia.- La inmensa mayoría de los cubanos fueron a Angola engañados, entre ellos mi padre. Les metieron en la cabeza aquello del internacionalismo proletario o pusieron en duda la hombría de miles, quienes dijeron sí y se enrolaron en una guerra extraña, que solo dejó secuelas en la mayoría. Otros iban para volver con un equipo de música y un poco de pacotilla. La mayoría volvió, pero algunos no tuvieron esa suerte y perdieron la vida en aquel conflicto. Fueron miles los muertos en África, y muchos más los que regresaron con SIDA y secuelas físicas o psíquicas.
En la Segunda Guerra Mundial también se alistaron cubanos del lado soviético, como los hermanos Aldo y Jorge Vivó, o Enrique Vilar. Y otros se fueron a pelear a España por la República. Hay historias, pero ninguna tan descabellada como la de los que se alistan ahora para pelear con Rusia ante Ucrania.
Estos jóvenes, que viven ilegales en Moscú y otras ciudades rusas, van a la guerra porque no quieren regresar a Cuba. Así de sencillo. Tan mala está la situación en Cuba que prefieren alistarse como soldados, cualquiera sabe en qué condiciones.
Esos no tienen a nadie que les ponga un parole para irse a Estados Unidos, ni encuentran refugio en ningún otro país de Europa. Cuando quemaron las naves en Cuba y vinieron a labrarse un futuro en Rusia, dieron un paso grande y aunque no encontraron legalidad, al menos consiguieron trabajo y un salario que les da para vivir. No piensen en un buen trabajo, porque no son rusos, ni tampoco en un salario decente, por la misma condición. Esos apenas sobreviven en la construcción, los servicios, haciendo lo que los rusos no quieren hacer.
Y ahora, de pronto, se les abre una oportunidad. Y van a por ella, conscientes de que cualquier cosa es preferible antes de volver a Cuba. Van pagados, como mercenarios, tal vez sin conocimiento alguno de las armas que van a manejar, aunque lo más probables es que solo se trate de armamento ligero de infantería, del mismo que todos conocemos, porque lo usamos en Cuba.
Se alistan por un contrato de un año, y luego tendrán derecho a la ciudadanía, a un trabajo decoroso, a salarios que alcanzan para vivir, incluso para poder ir a Cuba de vacaciones. Y su familia tendrá los mismos derechos que los rusos, que incluyen hasta seguro médico, pero -siempre hay peros- la propia vida vale mucho más y eso lo olvidan.
Estos cubanos no van a la guerra por convicción, aunque es posible que estén de parte de los rusos en el conflicto, que puede ser normal. No, van a las armas porque están ahogados, son casi unos apátridas y necesitan documentos y garantías para vivir y que sus familias vivan.
No hay que darles más vueltas al asunto: van a la guerra como fueron hondureños a Irak o Afganistán: por un estatus, esperanzas de un futuro mejor -el que no tienen en su país de origen- y dinero. Nada más. Si tuvieran oportunidades en Cuba jamás se alistarían en una guerra ajena. Estoy convencido.