Tomado de la web
La Habana.- En 1842 en Holanda, una mujer de 22 años se casó con un coronel de 33. Sin embargo, la diferencia de edad no fue la razón que provoco cierto rechazo de esa unión.
Ella era Jonkvroure J.C.P.H Van Aefferden, una mujer católica y miembro de la aristocracia holandesa. Su esposo, el coronel J.W.C Van Gorcum, era un plebeyo y protestante.
Su matrimonio causó todo un revuelo en la ciudad de Roermond, pero a la pareja no le importó lo más mínimo.
Permanecieron casados durante 38 años, hasta que Van Gorcum falleció en 1880. Como era costumbre, fue enterrado en la zona protestante del cementerio local, el cual dividió a sus ocupantes según la fe que prefesaban. Cada sección se encontraba dividida por grandes muros de ladrillo, de manera que judíos, protestantes y católicos tuviesen un recinto propio.
Esto suponía que Van Aefferden no podría ser enterrada junto a su esposo. Asi que se le ocurrió un plan inteligente que sigue encandilando los corazones de la gente hoy en día, y que demuestra que no hay nada que pueda vencer al amor.
Cuando su marido protestante falleció, en 1880, Jonkvroure entendió que no serían enterrados juntos porque practicaban religiones diferentes. Josephina van Aefferden falleció ocho años más tarde, no pudo ser enterrada en la misma parte, así que fue enterrada lo más cerca posible de su marido, pero al otro lado del muro, en la parte reservada a los católicos.
Las dos tumbas, colocadas a cada lado del muro que separaba los lados católico y protestante, disponían de unas lápidas lo suficientemente altas como para elevarse por encima del muro.
Finalmente, dos manos fueron talladas en la parte superior de las lápidas sepulcrales para que se encontraran en medio del muro. Un hermoso símbolo de unidad y eternidad.